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CRISIS DE LA CONCEPCION POLITICA MEDIEVAL EN LA EPOCA.. 75 que opine el Cardenal Enrique de Susa, no cabe duda que la mentalidad imperialista tuvo un puro defensor en el gran poeta Dante. Este expone con precisión su teoría en la obra De Monarchia. En ella desarrolla estas tres proposiciones: 1.a, la monarquía es necesaria para que el hombre y la sociedad humana consigan sus finalidades; 2.a, el pueblo romano fue esco­ gido por Dios para la fundación de la monarquía universal; 3.a, la autori­ dad del imperio no deriva del Pontífice Romano, sino directamente de Dios, por consiguiente, en lo que respecta a la temporalidad, es indepen­ diente del Papa35. Dante, que simbolizó la metafísica cristiana en la Divina Comedia , apli­ có igualmente su metafísica a su concepción política. Veía en el género humano un microcosmos respecto del macrocosmos de la creación entera; y contemplaba a ambos insertos en un orden universal divino. El microcos­ mos debe, pues, realizar una síntesis unitaria , regida por dos potestades: la temporal y la espiritual, que proceden directamente de Dios. De ahí deduce Dante la plena autonomía del poder temporal del Emperador. La tesis de Dante fue muy poco aceptada en la formulación que él la dio. Por otra parte, el elemento valioso por el que se subrayaba la autono­ mía de lo temporal era falseado por ese añadido innecesario en el que se afirmaba que el poder imperial, al igual que el poder del Papa, procedía inmediatamente de Dios. Sin embargo, esta divinización del poder imperial la sublimó aún más Marsilio de Padua al afirmar, como ya dije, que en el actual plan divino no hay otro poder jurisdiccional válido que el poder secular, cuya máxima magistratura ostentaba el Emperador. Queda, pues, comprobado que el imperium mundi fue atribuido co­ múnmente al Emperador por la mentalidad de la Edad Media. Mas no lo fue sin protestas, motivadas por los insurgentes nacionalismos: el hispano, en primer término; más tarde, y de modo más efectivo, el francés. La oposición del nacionalismo francés al Emperador alemán se desarro­ lla con fuerza creciente durante todo el siglo XIII, en el que Francia consi­ gue atraer hacia sí el papado aprovechando la lucha que éste mantiene con el Emperador Federico II. Estos conatos culminan en la conciencia galica­ na que se forma en torno a Felipe IV, en clara oposición no sólo al Empe­ rador sino también al Papa. De la oposición al Papa he hablado anterior­ mente. De la oposición al Emperador interesa señalar qué pensaban los asesores de Felipe IV sobre la vinculación de éste al Imperio36. Baste, en esta rápida historia de las ideas políticas, recordar el pensamiento de Juan 35. Cf. Obras Completas de Dante Alighieri , Madrid 1956, 886-950: La Monarquía. 36. Cf. A. DEMPF, Sacrum Imperium..., 399-440.

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