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52 JUAN JOSE ACOSTA RODRIGUEZ bondad de las sustancias finitas en su relación con el Bien Sumo. Dado el abundante uso que hace Boecio en este texto del concepto de participa­ ción, y supuesto igualmente el contexto rigurosamente metafísico en que aparece, debemos detenernos en su análisis de un modo especial. Convie­ ne, sin embargo, que examinemos separadamente el cuerpo del opúsculo y su argumentación, viendo el significado que en él adquieren los términos «participare» y «participatio», y que luego, en un segundo momento, afrontemos el significado de los mismos en el contexto de los llamados «axiomas» que preceden al planteamiento del problema y a su resolución. La conveniencia de este método salta a la vista, sobre todo si se tiene en cuenta la larga historia de la exégesis de esos axiomas, y la dificultad de una interpretación que acabe de una vez por todas con las interminables discusiones al respecto. Así, pues, comenzaremos por lo que parece más claro y seguiremos luego con lo más oscuro y enigmático. a) Dando por sentado que todo «lo que es» es bueno, se pregunta Boecio si todas las cosas son buenas por «participación» o por la sustan­ cia 46. La contraposición establecida en la pregunta misma entre ser bueno por «participación» o ser bueno por la sustancia, está ya implicando que «ser por participación» equivale a «ser accidental». Se confirma con el ejemplo siguiente: «Lo que es blanco POR PARTICIPACION, no es blanco por sí en aquello que él mismo es («in eo qud ipsum est»). Y lo mismo hay que decir de las demás cualidades»47. Ahora bien, los seres no pueden ser buenos sólo por participación, o sea, accidentalmente, pues en ese caso de ningún modo serían buenos por sí, y, por tanto, no tenderían al bien. Y, sin embargo, no se discute entre los entendidos que todo lo que es tienda al bien. Por consiguiente, hay que concluir que todos los seres son buenos sustancialmente, o sea, en aquello mismo que son. «Substantialia igitur bona sunt, quoniam NON PARTICIPANT bonitatem»48. Boecio nos propone hacer el siguiente experimento mental: Suponga­ mos que una misma sustancia es buena, blanca, pesada, redonda. En tal caso una cosa sería la propia sustancia, otra su redondez, otra su color, y otra su bondad. Pues si cada una de estas cosas fuesen lo mismo que la sustancia, el peso se identificaría con el color, el color con el bien, y el bien con el peso, cosa que la naturaleza no permite. Por consiguiente, una 46. Cf. De Hebdomadtbus («Quomodo Substantiae...»), ed. de Steward-Rand ya citada, p. 42, 60-61. 47. Ibid., p. 42, 62-65. 48. Ibid., p. 44, 74-75.

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