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14 GERMAN ZAMORA Se deduce de esta descripción que el curriculum filosófico era netamen­ te aristotélico, siendo sus disciplinas básicas la lógica, la psicología y la física, explicadas circularmente por cada catedrático en ciclos de tres años. Entre las asignaturas destaca la ausencia, al menos nominal, de la teología natural y de la filosofía moral, que probablemente caían dentro del progra­ ma teológico. El carácter general del enfoque es ciertamente el propio de una época ante-moderna, cuyo fin pretenderían decretar en España precisamente los planes de estudio dictados bajo Carlos III. La concepción filosófica subyacente era de índole sistemática. No apa­ rece asomo de la incipiente ciencia experimental. Apenas es sensible a disciplinas, tan del siglo XVII y, sobre todo, del x v m , como la crítica y la historia. Y si, del hilo y mirilla esencial de los estatutos, pudiéramos pasar al cuadro de la enseñanza viva, nos encontraríamos, sin duda, con la consta­ tación de que, en el lapso de dos siglos, la fronda escolástica se había ido enmarañando hasta el arabesco, con multitud de cuestione de más fioritura que sustancia. Esa era la situación de hecho que los reformadores querían arrumbar para siempre, al menos intramuros de las universidades mayores. Y a ello encaminaron los de la de Sevilla su programa de estudios filosóficos. Entre sus convicciones liminares destacaba la de la utilidad perentoria de «variar enteramente del método antiguo». Tal variación habría de afectar, más que al período trienal del currícu­ lum, al modo de henchirlo provechosamente. Como asignaturas fundamen­ tales debían servir para ello la lógica —sobre todo, la denominada «mag­ na»—, la filosofía de la naturaleza o experimental, y la ética (un poco extrañamente, se olvidaban de la metafísica —ontología, psicología, que no aparece incluida en la filosofía natural, y teodicea—, como el «plan de Olavide se olvidará, más extrañamente aún, de la moral). Se aconsejaba dividir el año en tres tercios y exponer imparcialmente el contenido de los sistemas filosóficos más célebres, antiguos y modernos, respetando la liber­ tad de seguir cualquiera de ellos que no fuese contrario a la religión. Aunque extenso, merece reproducirse en su integridad el texto de esta profunda renovación de la enseñanza filosófica en Sevilla, que podría de­ nominarse el anteproyecto sevillano de 1767: «En cuanto a las tres cátedras de artes, ha parecido más útil variar enteramente el método antiguo, y que cada uno de los catedráticos en sus respectivos cursos tenga obligación de enseñar lo siguiente: en los dos

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