PS_NyG_1989v036n001p0007_0038

LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS EN ESPAÑA... 11 a los vientos de la Ilustración y de la ciencia moderna, y el de los segundos incluso flirteaba, a veces abiertamente, con aquélla. En la misma línea hallamos a un sector del clero secular, militante en la «parte más sana» de Sevilla. Cevallos condicionaba, sin paliativos, en su instancia del 25 de octubre al conde de Aranda, la restauración de la universidad a la supresión de los centros docentes de los regulares. «Vuelvo a exponer a V.aExea, que mien­ tras haya colegio de Santo Tomás, o colegios de los regulares, es imposible que florezca esta universidad, y así suplico a V.a Exea, que el curso de filosofía, que se ha abierto en el colegio de San Basilio para seglares, se mande cerrar y enviar los estudiantes a la universidad». A José Cevallos le tendía la mano el agustino calzado Antonio Martínez de Velasco, pedante y adulador, técnico del rótulo eficaz y, en el fondo, movido por celotipia. Dirige su descripción del lamentable estado de la uni­ versidad a Campomanes, cuya gestión en el Consejo cree marcará una época de gloria en los anales de España («la felice famosa época que V.a S.a Illma. prácticamente señala hoy en nuestra presente dichosa monarquía»). Lo con­ sidera redentor de «nuestros derechos y, acaso, de nuestra misma vida na­ cional de dura inveterada cautividad, que lamentábamos, en el desorden, en el abuso y en la ignorancia», culpa del carácter español, de la condescen­ dencia de los antepasados y de «la desidia impune de nuestros patriotas». A los de su facción los califica de «la racionalidad oprimida», y a los de la contraria, debelada por el fiscal, de «un poder despótico», que le ha hecho el vejamen de preterirlo en la provisión de cátedras, en beneficio del regente del colegio de Santo Tomás («en que harto se dice para conocer la parciali­ dad de escuela, y el empeño de la pueril conspiración escolástica»). Las últimas frases exigirían una aclaración, mas para nuestro caso basta indicar que alude el vejado a las divergencias de opinión sobre la gracia, propias de la teoría tomista y de la agustiniana, entonces en controversia muy viva. Advierte Martínez de Velasco que su incidente no es sino uno más entre los «infinitos» que le han precedido. El enemigo de la reforma en Sevilla es, a su juicio, «el colegio y su partido», porque no esperan nada favorable de ella. Las cosas han llegado a intrincarse tanto, que se ha creado una situación de nudo gordinao, «que está exigiendo para rescindir­ se una espada de Alejandro». ¡No otra esgrimirán alguna vez, en realidad, nuestros reformistas, para llevar a cabo lo que este andaluz definía como «el decisivo proyecto de abolición de abusos en nuestros claustros y en los estudios generales del reino»!4. 4. AHNC, leg. 5478, n. 1, ff. 22ss.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz