PS_NyG_1989v036n001p0007_0038

30 GERMAN ZAMORA »Quinta cátedra de filosofía : de ética, o moral. La ética, o filosofía moral, contendrá igualmente otro curso de un año, que repetirá el catedrático en todos sucesivamente, procurando contenerse para su enseñanza en los pro­ pios límites de facultad natural, sin aumentarla (como ha solido hacerse) con los principios revelados de la ética cristiana, que no sean muy del caso, ni con más elementos del derecho natural, y civil que los indispensables, porque todos los otros tendrán lugar oportuno en sus propias facultades»25. La enseñanza de la lógica, metafísica y física general debía correr a cargo de tres catedráticos temporales, en tanto que la física experimental y la ética lo estarían a cargo de dos catedráticos perpetuos: éstos comenza­ ban y terminaban curso cada año: aquéllos, cada trienio, pero de modo que anualmente abriera curso de filosofía uno de los tres; de ese modo sus oyentes «no cambiaban de mano»26. A pesar de la elevación de rango dentro de las facultades, la de filosofía no superaba su papel medieval y escolástico de servir a la teología, juris­ prudencia y medicina. Sus tres primeras cátedras, más la de ética, eran de indispensable asistencia para cuantos quisieran matricularse en teología; para los juristas, en cambio, sólo se prescribían como obligatorias la lógica y la ética, a diferencia del plan de 1770, que les imponía, además, la meta­ física. Para el estudio de la medicina eran prerrequisito solamente los cur­ sos de lógica y ambas físicas. De la simple lectura de los párrafos originales extractados a propósito de la reorganización de cátedras, surge diáfano el espíritu que la alentaba. Como en el plan sevillano, se arremete, aunque con menor violencia, con­ tra las «cuestiones inútiles»; el «mal gusto» y otros tópicos del eclecticismo neoclásico. En ese sentido, y en la omisión de invectivas acérrimas contra la escolástica y el partidismo, el plan granadino se nos presenta como más positivo, moderado y maduro. En la lógica se insinúa levemente el sesgo sensista y lockiano, así como en la partición y concepto de la metafísica asoma el influjo de C. Wolff. Bajo otros aspectos, en el conjunto del plan rebrilla la conciencia del retra­ so nacional, el mimetismo proyectado hacia las naciones «más ilustradas» y el complejo iluminista de superioridad del siglo XVIII con relación al XVII y a la menospreciada «edad oscura», o media. Lo que se establece acerca de «los libros por donde se puede estudiar la filosofía» confirma lo anteriormente dicho, y descubre el deseo, compar­ tido por muchos, de disponer cuanto antes de textos nacionales para su 25. Ibid., f. 274v. 26. Ibid.y £.274.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz