PS_NyG_1989v036n001p0007_0038

LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS EN ESPAÑA... 25 «A estas enseñanzas —insistía— deberán añadirse las de filosofía moral y física experimental, siendo la primera precisa o conveniente, y mucho, para los juristas y teólogos; y la segunda, para los médicos, y otros profeso­ res, a quienes respectivamente se deberá obligar a su estudio a lo menos por el tiempo de un año antes de ganar cursos en dichas facultades de teología, jurisprudencia y medicina». La cátedra de filosofía moral podría unirse a la facultad de derechos, y el catedrático de física experimental debería ser prefecto o regente de la facultad de artes, «para velar sobre la asistencia de los maestros, tratar con ellos de los métodos, reglas y adelantamientos y proponerlos al rector y claustro»19. Y todo ello, con la sólita interinidad, que caracteriza a esa década de incertidumbre y tanteos: «Por ahora..., hasta ver lo que el tiempo daba de sí». 2. El plan maduro de 1775: innovaciones generales Las acotaciones del fiscal no cayeron en baldío. De ellas, del interés que suscitaron en la universidad y de la clarividencia de una personalidad egregia vinculada a la misma, surgiría un plan de estudios, notable por la modernidad de ciertos puntos de vista, todavía hoy problemáticos en el seno de la universidad europea. En ellos se denuncia y busca remedio al abismo que separaba ya entonces a humanistas y «científicos», a los cultiva­ dores de las letras y de las ciencias. Al presentar la nueva «edición» de su plan de estudios a finales de 1775, la universidad ponía el énfasis en el soporte económico para el logro de la reforma y en las innumerables ventajas geopolíticas de Granada para el cultivo en ella de las ciencias. Sin aquella infraestructura, descuidada a pesar de las reclamaciones de 1770, por lo cual se hallaban «sin renta alguna las cátedras de lengua griega y hebrea, la de retórica y poética, la de física experimental, las tres de matemáticas, y algunas de las de teología y derechos», «no es de esperar que subsistan con vigor y, menos que florez­ can, los estudios». A superar la lucha entre las facultades se dedica buena parte del prólo­ go del nuevo plan, que comienza con esta observación: «Entre las causas, a que con razón se atribuye el atraso de la literatura, no fue la de menor eficacia la separación que insensiblemente se fue intro­ duciendo entre las buenas letras y humanidades, de una parte, y las facul- 19. Ibid., ff. 234v.-235r.; fecha del 6.V.1772.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz