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428 JOSE LUIS LARRABE la que se requiere para el sacramento propiamente dicho, entre aquella relación de sacrificio y ésta de placer. A lo que respondió una y otra vez en sus obras Santo Tomás di­ ciendo que lo primero y principal en uno y otro caso es el amor de ca­ ridad, no precisa ni directamente el sacrificio como tal y en sí. Ahora bien: entre Amor y amor (el de Cristo con mayúscula) y el de los es­ posos (de forma analógica y participada) hay analogía. Además de que también en la relación de hombre y mujer hay, habrá, sin duda, sacri­ ficio, no sólo placer. Pero una y otra realidad, sacrificio y placer han de venir desde el amor 12. Tampoco admitió Santo Tomás la objeción de los canonistas, al de­ cir estos que si el matrimonio era sacramento espiritual (tan espiritual como los demás sacramentos), en ese caso existía simonía al darse tan­ tas estipulaciones de tipo económico y tanto ruido de dinero en torno a las bodas en la Iglesia... [sic]. ¿Solución para que no haya acusa­ ción de simonía? Negar la espiritualidad propiamente sacramental del matrimonio [! ]. La respuesta de Santo Tomás, también aquí, es la mis­ ma, pero añadiendo con un cierto mal humor no habitual en él: la fuga de la simonía la tendréis que buscar en otro sitio, no en la negación de la sacramentalidad: «esa razón no es válida para negar que el ma­ trimonio cristiano sea sacramento»: «hoc non est undequaque verum» ( ibid .). ¿Instituido por Cristo? ¿En qué momento? He aquí otra dificultad que siempre emergía en los debates del Concilio de Trento (y antes y después de aquel Con­ cilio). Es decir, la dificultad de falta de evidencia bíblica sobre cuándo y dónde instituyó Cristo este sacramento (de otros constaba más fácil­ mente, por ejemplo, bautismo y eucaristía). Se podía, en un primer momento, responder diciendo que la pre­ gunta está mal planteada. En efecto, no es lo mismo afirmar (como lo hizo Trento) que este sacramento, como todos, tienen su origen en Cristo, y otra cosa, muy distinta, es poder aducir algún texto (o va­ rios) del Nuevo Testamento en que se demuestre —sólo con argumento bíblico— la existencia y consistencia de este sacramento (u otro cual­ quiera). Se podría también responder diciendo que los múltiples textos 12. S. Thomas, Suppl. 41, 4 ad 1.

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