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LA PIEDAD BARROCA CONFRATERNA!. EN ANDALUCIA 399 del barroco cual una constante del espíritu, como una actitud de la sensibilidad e incluso el intelecto que llega a trascender al tiempo por ser ante todo psicológica y no histórica siquiera, igual que podría pre­ dicarse de lo clásico, de lo romántico y de otras categorías parejas14. Una muestra al azar de esta perennidad. Es una descripción evoca­ dora de la Sevilla de hoy: «Mucha gente joven con sus medallas cofra- dieras colgadas al pecho. Muchos ministriles y acólitos con sus dalmá­ ticas moradas. Un templo hermoso, alto, de fino estilo mudejar, calza­ do entre calles estrechas y silenciosas, con una imaginería portentosa que le dejaron en herencia los viejos maestros de la escuela sevillana [ . . . ] Hasta trece quinarios se celebraban esa tarde en Sevilla». Pues bien, se trata de una descripción de la prensa diaria 15. En tanto que la «prensa» también de una de sus cofradías, casi a la vez hablaba del «sentido peregrino del cofrade sevillano» 16. ¿Será temerario rela­ cionar esto último con el movimiento esencial al barroco? 1T. Nuestro excursus va a tener lugar por seis cofradías, a través de sus sendas ordenanzas aprobadas o revisadas desde principios hasta fines del siglo XVIII. Cuatro son de Sevilla, una de Cádiz y una de Ceuta. Dos son de caridad tout court, la tan célebre de Sevilla fundada por Miguel de Mañara, y la de Cádiz radicada en el convento de San Juan de Dios; una eucarística, la sevillana constituida para asociarse a la de Luz y Vela que acababa de ser erigida en la capilla del Palacio Real de Madrid por Carlos IV; una de pasión, la de Jesús de las Tres Caídas y la Virgen de Loreto, en la iglesia de San Isidoro de Sevilla; una mor­ tuoria, la de las Benditas Animas del Purgatorio y San Onofre, en el convento de San Francisco de Sevilla; y otra clerical, la de San Pedro de Ceuta 18. 14. A propósito de la vertiente religiosa de esa constante, véase S . S ebas ­ tián , Contra-reforma y barroco. Lecturas iconográficas e iconológicas, Madrid 1981, 309-12, sobre la revitalización barroca de la piedad medieval. 15. R icardo H errero , Hermandad de Sevilla , en ABC de Sevilla, 24 de fe­ brero de 1986. 16. José Luis P einado M erchante , Sentido peregrino del cofrade sevillano, en Hoja informativa de la Hermandad de la Sagrada Mortaja, cuaresma de 1986 (del Pregón de 1985). 17. Citamos de W olfflin : «Podemos representarnos el espectáculo de una vasija llena de agua que empieza a hervir. Antes y después de hervir el ele­ mento es el mismo; pero el elemento en reposo ha venido a ser elemento movido, y lo definible indefinible. Sólo en este último estado quiere el barro­ co reconocer lo viviente» ( Conceptos fundamentales de la historia del arte, Madrid 1924, 69). 18. Análoga y posiblemente influenciada por la pareja de San Pedro ad vincula de Sevilla.

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