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416 ANTONIO LINAGE CONDE De ahí que nosotros en nuestros primeros trabajos sobre las her­ mandades de nuestra villa natal de Sepulveda nos creyéramos justifica­ dos para postular la expresión civilización de la cera cual tipificadora de aquel mundo 70. Y las pruebas en su apoyo que sin ningún esfuerzo se pueden es­ pigar en estas hermandades andaluzas de nuestro excursus de hoy abru­ man, a pesar de no haber tomado ninguna protagonizadora de los tan conocidos esplendores procesionales de aquellos pagos. No pueden ser más decisivos los títulos de los capítulos 35 de la Caridad de Sevilla y 22 de la de Cádiz, «de la sucesión de los hijos o nietos en la vela de sus padres o abuelos» 71. Vela vale pues, lexical­ mente, tanto como puesto, cualidad de hermano, silla en la confrater­ nidad. Y lo mismo en la de las Animas72, donde la equiparación tal de lenguaje es expresa, «porque aunque en premio de lo que sus pa­ dres hubieren servido les toque sus plazas y velas» y «que el nieto mayor, hijo del mayor del difunto, pueda entrar en la vela y plaza de su abuelo». Pero pasando ya del significante al significado, con ser recisivo el primero, nos impresiona aún más el segundo escueto en la del Santí­ simo: Para que los que vivos se hubieren dedicado a obras como las que por esta Regla se intiman sientan las grandes utilidades que consiguen así en esta vida como en la otra, establecemos que cuando algún hermano nuestro esté en el artículo de la muerte y si pidiere una vela de su par- pra de cirios». De los testimonios que nosotros tenemos resulta sin embargo mucho más común hacer el pago directamente en especie, 70. Hemos reivindicado esta paternidad nuestra de la expresión frente a una atribución de la misma a Fernand Braudel en La Cofradía del Carmen de Sepúlveda : sobre el sentimiento religioso del antiguo al nuevo régimen , en Naturaleza y Gracia 31 (1984) 28-9, nota 84. La expresión «oler a cera» la he­ mos oído alguna vez despectivamente en bocas anticlericales, y hemos cono­ cido cláusulas testamentarias de ese signo prohibitivas de esa materia. ¿Su sustitución por la electricidad —no sólo óptica sino acústica— no puede ser un síntoma incluso dentro de la propia espiritualidad? Cfr. en este sentido concreto J. A lbert , Ace of songs-ace of freedoms: Thomas Merton and Bod Dylan, en The American Benedictine Review 37 (1986) 66-95 (continuará). 71. «Y han de dar petición ante nuestro secretario pidiendo la dicha vela de su padre o abuelo». 72. AP 5, «de las diligencias que se han de hacer en la recepción de los hermanos y de los hijos de los difuntos»; 7, «quienes se entiendan por hijos o nietos que puedan pedir la vela de sus padres o abuelos»; y, 8, «de cuando han de pedir la vela o plaza de su padre o abuelo los hijos o nietos».

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