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LA PIEDAD BARROCA CONFRATERNAL EN ANDALUCIA 411 que sin demora hiciera llegar el dinero necesario para que en la capilla se dijeran cuantas misas se pudiera durante los tres días que precedían a la ejecución, y además, y el matiz no tiene desperdicio, «para que el mismo alcaide sustente y regale al que ha de padecer y al religioso que lo está disponiendo para la muerte, de suerte que no les falte lo nece sario y que tampoco haya cosas superfluas e indignas de aquel tiempo y ocasión. [ . . . ] Y también avisará el portero a los hermanos que han de asistir por días a la puerta de la capilla, para que no entre nadie a inquietarlo y lo guarden en silencio y en quietud para que aproveche aquellas breves horas que tiene de vida en llorar sus pecados y dispo ner su alma para otro siglo». A la vez los limosneros de turno, cada uno con un barrio asignado, iban pidiendo a voces con una espuerta de palma en la mano para hacer bien por el alma de este hombre que han de ajusticiar 58, ello hasta el día del suplicio en el cual la limosna era impetrada por los diputados de entierros del mes, salidos para ello a los mismos gritos y con las sal villas de la iglesia de la cofradía, donde antes habían pedido de rodillas al Señor su gracia «y que reciba aquel corto servicio que hacen en ir a acompañar a aquel pobre en memoria del afrentoso y doloroso suplicio que padeció Cristo Nuestro Señor su precioso Hijo», petición de limos na que continuaban a lo largo del trayecto que recorrían detrás del reo desde la cárcel hasta la picota y que entonces también hacían otros dos hermanos que iban más detrás aún mezclados con el resto de la gente, pero que los diputados habían de proseguir incluso durante el entierro, ahora para enterrar lo s pobres de la santa Caridad de Jesucristo por amor de Dios. Ese trayecto era una genuina procesión 59, que además había sido precedida de otra previa desde la iglesia de la hermandad a la cárcel, en la cual había de «ir el Santo Cristo delante con su manguilla y un hom bre con su opa azul que lo lleva, y otros dos también con sus opas azu les con los faroles que llevarán en una mano y en la otra las campanillas que irán doblando, y otro llevará la opa de frisa blanca y su bonete con su cruz con que el pobre ha de padecer», quedándose en el patio de la 58. La limosna, caso de que el reo tuviera mujer e hijos, se repartía por mitad entre los sufragios por su alma y el socorro material a ésos. 59. «Y luego que salga la imagen del Santo Cristo de la puerta de la igle sia comenzará a doblar nuestra campana y durará el doble hasta que acabe el suplicio para que en este tiempo todos los que le oyeren nieguen a Dios por el pobre que va a padecer», y después de la ejecución «desde las tres de la tarde hasta la oración ha de volver nuestra campana a doblar».
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