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4 1 0 ANTONIO LINAGE CONDE liarle a menudo, y otro de espíritu para alentarle mucho en aquella hora. Y acompañarán después de fallecido a los enfermeros a amorta jarle y vestirle, y después mientras van a avisar los enfermeros al her mano mayor y más hermanos. Las tres singladuras, pues, requieren cada una su esmero particu lar a cargo de quienes del respectivo menester le tienen, siendo 54 los enfermeros los llamados a juzgar el advenimiento del nuevo estado in termedio, a saber, «luego que llegue el hermano enfermo a agravarse que parezca ser su última hora, se avisarán {sic) a los agonizantes con toda prontitud, sea la hora que fuere, quienes acudirán a cumplir su oficio». Y a su vez los agonizantes, aunque en este caso no se plantea ran posible dudas ni cuestiones de apreciación o criterio por la fuerza misma de las cosas, «habiendo fallecido, avisarán al tesorero traiga ce ra, bayeta y ornamentos y lo más que fuere necesario, y los enfermeros y agonizantes le amortajarán con toda veneración, no permitiendo que de persona alguna (fuera de sacerdotes) en esta ocasión, mientras se viste, especialmente seglares, y mujeres por título alguno». Sobre la continuación volveremos más adelante. Pues la cofradía de Miguel de Mañara, lo mismo que la gaditana gemela, nos va a ofrecer todo un despliegue del espectáculo de la muer te que con más propiedad merece tei nombre, o sea el de la ejecución cap ital55, ya que la asistencia a los ajusticiados era una de las misiones de dichas hermandades 58. Esa misión tenía un cierto reconocimiento oficial, y por eso los alcaides de las cárceles 57 habían de dar aviso al tesorero confraternal de haber sido puesto el reo en capilla, precisamente al tesorero a fin de 54. CE 12, «de agonis, (sic) y después de muerto». 55. Es espléndido el libro de V . P aglia , La morte confortata. Riti della pau ra e mentalità religiosa a Roma nelletà moderna, Roma 1982. Aunque remo tamente relacionado con nuestro tratamiento del tema nos permitimos citar el ensayo del genial escritor sevillano Rafael Cansinos-Asséns, Estética y ero tismo de la pena de muerte, Madrid 1916, donde trata de la «manifestación estética y la intensidad y magnificencia trágica» de la misma. Sobre Cansinos puede verse el novísimo prólogo de Jorge-Luis Borges a su reedición de El candelabro de los siete brazos, Madrid 1986, 9-14. 56. CS 13, «de lo que se ha de hacer con los ajusticiados», y CA 12. 57. Tramontado el antiguo régimen también se notó en este ámbito maca bro. De ahí el nuevo Reglamento mandado observar por la hermandad de la Santa Caridad de Sevilla para la asistencia de los reos que están en capilla, Sevilla 1856; en el preámbulo se habla, entre otras cosas, «de las innovacio nes que ha habido con la supresión de todas las comunidades religiosas a cuyo cargo teníamos confiada la asistencia espiritual de los reos».
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