PS_NyG_1988v035n003p0341_0391
348 ENRIQUE BONETE PERALES a la enseñanza en una escuela rural, ayudante de jardinero en un con vento, intenciones de hacerse monje, vida solitaria en una casa de mon taña, desprendimiento de su cuantiosa herencia, vida ascética siendo profesor de universidad, etc.5. No va a ser mi objetivo, aunque intere sante resultaría, apoyarme en datos biográficos de Wittgenstein, reve ladores de su especial sensibilidad moral y religiosa, con el fin de mejor interpretar las pocas afirmaciones que sobre ética nos ha legado. Por el contrario, me ceñiré sólo a sus textos «filosóficos» de carácter ético, y desde ellos mismos, relacionando y contrastando unos con otros, ofre ceré una visión más coherente de sus preocupaciones éticas de lo que ha sido habitual. Cuando Wittgenstein, por diversas razones que no viene al caso aquí señalar, decidió volver a finales de los años veinte a la universidad, de las primeras cosas que hizo fue mantener unas largas conversaciones sobre diversos temas con algunos miembros del Círculo de Viena (re cogidas muchas de ellas por Waismann) y leer una conferencia de ética en inglés ante estudiantes universitarios. Tanto la conferencia —que como bien sabido es constituye el único discurso ético wittgensteinia- no— como las conversaciones son de importancia capital para nuestro tema. Ambos escritos se complementan mutuamente y, a mi juicio, am bos presuponen en gran medida, como tendremos ocasión de comprobar en los aparatos 6-8, las ideas principales del Tractatus y de Notebooks. Casi podríamos afirmar que en los diez o quince años que separan es tos textos, Wittgenstein, aunque refleja en otros lugares un destacado cambio en cuestiones lingüísticas o lógicas, no ha variado un ápice la consideración y el enfoque de los problemas éticos. Por ello será con veniente, a la hora de presentar estas ideas de los años 29-30, recurrir, cuando sea necesario, a los anteriores escritos para que descubramos mejor la coherencia de sus reflexiones éticas, el acentuado carácter «re ligioso» de las mismas, y por ende, su rechazo, tanto del racionalismo ético, como de cualquier intento de elaborar una «filosofía» moral jus tificadora de la conducta humana. En definitiva, lo que ofrezco en este estudio no es una mera expo sición de las proposiciones éticas de Wittgenstein, sino una interpreta ción, ciertamente personal, que espero no distará mucho de las inten- 5. Entre los que se sirven de estos datos biográficos para esclarecer su pensamiento ético destaca el reciente libro de J. C. E dw ards , Ethics withouth philosophy. Wittgenstein and the moral life, University Press of Florida, 1985, en concreto el Cap. 2, 11-73.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz