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346 ENRIQUE BONETE PERALES apartamos la ética de la filosofía, los duros ataques que lanza Wittgens- tein contra ésta no atañen en absoluto a la primera. La ética no puede ser pensada ni formulada lingüísticamente, y si se hace «filosofía mo­ ral», se está cayendo en el «sinsentido» —con todas sus connotaciones peyorativas— propio de las proposiciones filosóficas. Esta problemáti­ ca, derivada de su concepción del lenguaje, está presente en todos los escritos donde Wittgenstein plasma afirmaciones sobre el tema de la ética. Bien sabido es que en Notebooks ( 1914-1916) se recogen las ideas filosóficas que Wittgenstein durante dos o tres años fue anotando en su cuaderno, y que el origen del Tractatus en ellas debe buscarse. En consecuencia, no es erróneo, a mi juicio, ayudarse de la primera obra para interpretar esta segunda. Tal criterio hermenéutico nos será muy útil para esclarecer algunas proposiciones referentes a la ética que se encuentran en la última parte del Tractatus, pues en su mayoría son casi una copia literal de las existentes en Notebooks, redactadas en con­ creto el año 16. En este estudio voy a seleccionar y comentar aquellas de Notebooks que agrupadas pueden constituir una misma línea argu­ mentativa, y que, o no aparecen en el Tractatus o están mucho más desarrolladas en Notebooks. La razón por la cual la mayoría de las pro­ posiciones éticas de estas notas no están recogidas en el Tractatus hay que buscarla en la coherencia interna de esta obra que prohibe hablar de ética. Por tanto podemos pensar que en Notebooks se habla de lo que no puede hablarse, y constituye en suma una explicación y desa­ rrollo de la «parte no escrita» del Tractatus. La estrecha relación entre estas dos primeras obras será el objeto de estudio de los apartados 2-5 de este trabajo. También es de todos conocido que Wittgenstein abandonó la filo­ sofía tras redactar el Tractatus, dando así prueba de la coherencia y ra- dicalidad de su anterior enfoque filosófico, y en concreto, de la famosa proposición 7. Como a Wittgenstein le interesaba fundamentalmente aquello de lo que no se puede hablar, que en definitiva es la ética, su retirada de la filosofía no es sólo la consecuencia lógica de tomarse en serio la última proposición del Tractatus, sino que, además, responde a la necesidad de «mostrar» con su propia vida los contenidos éticos de «lo místico». Han sido varios los estudiosos de Wittgenstein que han conectado, por su profundo carácter moral y religioso, ciertos aconte­ cimientos sorprendentes de su biografía con las proposiciones éticas de sus escritos: continua lectura de los evangelios de Tolstoi, dedicación

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