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EL IRRACIONALISMO ETICO DE WITTGENSTEIN 345 ción de la filosofía? La misma que la del Tractatus: trazar los límites de lo que puede o no pensarse, y por tanto puede o no decirse. Sin em­ bargo, si la lógica nos proporciona la estructura, tanto del lenguaje co­ mo de la realidad, por su parte, la filosofía, al «decir» claramente lo decible se refiere, indirectamente («muestra») a lo indecible. Y como sabemos que las únicas proposiciones verdaderas son las científicas, Ja filosofía queda así convertida en un intento de delimitar el ámbito de las ciencias naturales. Por eso la proposición 7 («De lo que no se pue­ de hablar, mejor es callarse») podría entenderse como la búsqueda de un método «científico» para la filosofía que eliminaría todo aquello no reducible a un lenguaje «fisicalista». Así también lo expresa la otra pro­ posición que, junto con la 7, resume el significado del Tractatus: «todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad» (4.116). Esta concepción de la filosofía, tan cercana a la de muchos neoposi- tivistas, se diferencia en su intención última de la de éstos, porque, co­ mo indica Engelman: «E l positivismo sostiene —y esta es su esencia— que aquello de lo que podemos hablar es todo lo que importa en la vi­ da. En tanto que Wittgenstein cree ardientemente que todo aquello que realmente importa en la vida humana es precisamente aquello so­ bre lo que, desde su punto de vista, debemos guardar silencio...»4. Y esto innombrable —que en resumidas cuentas, es la ética— es lo que, al contrario que a los neopositivistas, más interesa al joven Wittgens­ tein. Por tanto, podemos suponer que esta concepción de la filosofía está en función de preservar a la ética de ciertas tendencias que, o quieren hacer de ella una ciencia más, reduciéndola a una de las cien­ cias humanas existentes, o convertirla en una realidad pensable y por tanto expresable en proposiciones pretendidamente filosóficas. El im­ perativo de «guardar silencio» ante lo inexorable, como veremos pron­ to, responde a una actitud totalmente contraria a la positivista: en el fondo se trata de «salvar» a la ética de «reduccionismos» científicos y de «teorías» que por su «sinsentido» rebajan la validez de las propo­ siciones éticas. Si la filosofía, como se ha dicho, está compuesta de pseudo-proposi- ciones, y la ética es considerada parte de la filosofía, la ética filosófica se reduciría a ser un conglomerado de pseudo-proposiciones; pero aun­ que pueda reducirse la historia de la ética a «sinsentidos», no es este el plano en el que Wittgenstein quiere situar sus reflexiones éticas. Si 4. E ngelm an , Letters from Wittgenstein with a Memoir, Oxford 1967, 97.

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