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388 ENRIQUE BONETE PERALES como un milagro está estrechamente conectado con la proposición 6.44 del Tractatus: «No es lo místico cómo sea el mundo, sino que sea». Lo que Wittgenstein entendía por «lo místico», ahora se da a conocer co­ mo la experiencia muy compartida de «extrañarse», de «sorprenderse» de que algo exista; en definitiva, «lo místico» coincidiría con el sen­ timiento metafísico-religioso expresado en la proposición «Dios creó el mundo». En «A Lecture on Ethics», aunque no se menciona para nada el término «lo místico» podemos pensar que implícitamente es considerado como el sentimiento de que el mundo es una realidad finita y contingente cuya existencia, al no ser necesaria, nos provoca muy a menudo sorpresa y admiración. Lo cual no dista mucho tampoco de la proposición 6.45: «Sentir el mundo como un todo limitado es lo mís­ tico». Y además, para Wittgenstein, este sentimiento o experiencia éti­ co-religiosa, cuando se formula lingüísticamente y se pretende descri­ bir, conduce a un absurdo total que conecta con la tercera proposición del Tractatus referida a «lo místico»: «Hay ciertamente, !o inexpresa­ ble, lo que se muestra a sí mismo; esto es lo místico» (6.522). Lo que se muestra sabemos que para Wittgenstein no puede ser dicho, pero aunque no podemos hablar de la experiencia de que la existencia del mundo nos produzca sorpresa, sí podemos «mostrar» que esta expe­ riencia es, como decía Wittgenstein al final de su conferencia, una «ten­ dencia» del espíritu humano, que se manifiesta en la vida de los hom­ bres (it is a document), y que «apunta a algo» (deitet auf etwas hin)42. Por otra parte, el origen de la segunda experiencia reseñada en su conferencia, la de sentirse absolutamente seguro, puede encontrarse en la proposciión de Notebooks que se refiere al hombre feliz: «Quien es feliz no debe sentir ningún temor. Ni siquiera ante la muerte» (8.7.16). La ausencia de temor, que equivale a la sensación de absoluta seguri­ dad o a sentirse a salvo en las manos de Dios, nos remite a la concep­ ción de la felicidad diseñada en Notebooks: ser feliz consistía en vivir de acuerdo con los hechos del mundo que no dependen de mi voluntad, es decir, en «cumplir la voluntad de Dios» (8.7.16). En consecuencia, sólo cuando se cumple la voluntad de Dios podemos sentir que el mun­ do no domina nuestro yo, sino que vivimos en el presente, sin ningún temor a nada; sólo entonces podemos sentir realmente que hemos en­ contrado el sentido de la vida, es decir, a «Dios», y por eso mismo po- 42. Notes on Talks with Wittgenstein, 12 (29),

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