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EL IRRACIONALISMO ETICO DE WITTGENSTEIN 385 un sentido absoluto, es evidente que no pueda pensarse o describirse —como no puede el lenguaje representar lo absoluto, pues sólo repre­ senta el mundo, y éste es casual, relativo— pero sí puede experimentar­ se, vivirse y sentirse la exigencia absoluta de lo ético. Si no interpreta­ mos así sus palabras estamos haciéndolo inconsecuente con los presu­ puestos del Tractatus que, a pesar de los años transcurridos, aún per­ duran en «A Lecture on Ethics». Quizá quede esto más claro si analiza­ mos lo que Wittgenstein considera ejemplos de experiencias éticas. 9. L a s e x p e r ie n c ia s é t i c a s Wittgenstein ve la necesidad de explicar en su conferencia lo que pueden significar las expresiones como «absolute good», «absolute va­ lué» que él —y otros filósofos— están tentados de seguir usando, a pesar de su sinsentido. Ello sugiere que las deficiencias lingüísticas y gramaticales de tales términos no son obstáculo para seguir mantenien­ do que si lo bueno remite a determinadas experiencias éstas tengan en sí mismas un valor absoluto e incondicional. Wittgenstein es consciente de que las experencias éticas que va a exponer 39 son puramente perso­ nales; lo cual no impide que las presente como aquellas que cualquier oyente puede imaginar —por haberlas sentido también— y así com­ prender mejor su discurso ético. La primera experiencia, y la más fundamental para Wittgenstein, la describe como una extrañeza por la existencia del mundo. Se expresa en frases del tipo «qué extraordinario es que algo exista». La segunda experiencia que nos relata es la de sentirse absolutamente seguro, re­ flejada en el estado anímico en el que se llega a decir «estoy seguro, nada puede hacerme daño, pase lo que pase». Y por último, la expe­ riencia de sentirse culpable. Las tres experiencias, que nos manifiestan también el carácter absoluto de la ética, además de ser sentimientos compartibles, cree Wittgenstein que pueden ser descritas con termino­ logía religiosa: a la primera experiencia le correspondería la afirmación Dios creó el mundo, a la segunda la de sentirse a salvo en las manos de Dios, y a la tercera le correspondería el sentimiento de que Dios des­ aprueba mi conducta. Wittgenstein es perfectamente consciente del pa­ ralelismo entre sentimientos éticos y religiosos. Sus expresiones lin­ güísticas las considera carentes de sentido por las siguientes razones: 39 . A Lecture on Ethics, 8-10 ( 20 - 23 ).

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