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382 ENRIQUE BONETE PERALES el «ser», con los hechos del mando, que sí son expresables; más bien cabe pensar que el deber-ser —como una manifestación de lo ético— sería lo que, estando fuera del mundo, da sentido a la vida; jamás se derivaría, y ahí está su carácter absoluto, de las descripciones y cono­ cimientos del mundo que la ciencia nos ofrece. Así parece indicarlo con una de sus metáforas más gráficas: «si un hombre pudiese escribir un libro de ética que realmente fuese un libro de ética, este libro destruiría con una explosión todos los otros libros que hay en el mundo» 34. ¿Por qué un libro de ética tiene el poder de destruir todos los demás? Porque los libros con sentido —en definitiva, los que contienen proposiciones científicas— sólo describen el mundo, ninguno puede incluir en sus proposiciones un juicio ético de carácter absoluto, un deber ser. Los libros científicos —como el lenguaje— representan el mundo, y por eso ninguno es superior a los demás («todas las proposiciones tienen igual valor», 6.4). Si un libro de ética pudiera escribirse (es decir, si contu­ viera proposiciones prescriptivas, axiológicas, normativas, deontológi- cas...) sería un libro «superior» a todos los demás, los anularía («des­ truiría») porque en él se encontraría «escrito» en proposiciones el sen­ tido del mundo y de la vida, el secreto de la felicidad para todo sujeto volitivo, en él se hablaría de «lo místico», y sería, en tanto que ético, un libro «divino», y por eso mismo, imposible de escribir. ¿Por qué?, porque, según indica Wittgenstein, «nuestros términos usados como los usamos en la ciencia, son recipientes capaces sólo de contener y transportar significado y sentido, significado y sentido naturales. La éti­ ca, si es algo, es supranatural, y nuestras palabras sólo expresan hechos, como una taza sólo contiene una determinada cantidad de agua, aun­ que yo derrame un galón sobre ella» 35. Por tanto, la metáfora de que un libro de ética destruiría todos los demás, no solamente se refiere a que la ética, al ser «supranatural» está por encima de todos los libros que tratan de «lo natural» (la ciencia), sino que además, tal metáfora sugiere justamente la total imposibilidad de que alguien pueda escribir un verdadero libro de ética, el absurdo que supone decir algo de carácter absoluto e irrevocable y en conse­ cuencia, el sinsentido de una ética como disciplina teórica. Lo bueno-lo divino no cabe en nuestro limitado lenguaje; es plenamente imposible que el carácter absoluto de los juicios éticos pueda ser dicho o pueda 34 . A Lecture on Ethics, 7 ( 18 ). 35 . Ibidem, 7 ( 19 ).

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