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344 ENRIQUE BONETE PERALES resa recalcar que la última parte del Tractatus dedicada a «lo místico», prácticamente olvidada por los positivistas, era para el propio Wittgens- tein la clave de todo el libro, su «punto central». Para no alargar in­ necesariamente este estudio, no voy a explicar nada de la teoría del lenguaje que Wittgenstein ofrece en su tratado3. Supongo que el lector conoce las tesis fundamentales de este libro, en concreto las referidas a la teoría de la proposición; de lo contrario resultarán gratuitas muchas afirmaciones de Wittgenstein sobre las proposiciones éticas. Sin embargo, sí voy a detenerme, aunque brevemente, en la con­ cepción de la filosofía defendida en el Tractatus porque tiene conse­ cuencias muy directas para la ética como disciplina teórica. Las propo­ siciones filosóficas no ofrecen, según Wittgenstein, representaciones de la realidad. Las únicas proposiciones con sentido son las de las ciencias de la naturaleza (4.11). Tradicionalmente las verdades filosóficas han pretendido situarse «más allá» de la experiencia, y esto es lo que Witt­ genstein rechaza totalmente. No es que sean falsas o que aún no haya­ mos llegado a su verdad, sino que son «sin-sentidos» (unsinnig), absur­ dos. Las cuestiones filosóficas no pueden responderse de ninguna ma­ nera, ya que su origen se encuentra en un mal entendimiento de la ló­ gica del lenguaje. En el prólogo al Tractatus Wittgenstein es claro: «El libro trata de problemas de filosofía y muestra [zeigt), al menos así lo creo, que la formulación de estos problemas descansa en la falta de comprensión de la lógica de nuestro lenguaje». De aquí que Wittgens­ tein considere a la filosofía como una actividad de clarificación de nues­ tras proposiciones que expresan pensamientos. ¿Cuál debe ser la fun- 3. Como es bien sabido Tierno Galván tradujo al español el Tractatus en Revista de Occidente, Madrid 1957, y Alianza Editorial ha publicado ya varias ediciones de esta misma traducción. Son ya innumerables las exposiciones sobre las tesis del Tractatus; entre los libros más accesibles en nuestro país yo destacaría, por su claridad o hincapié en el tema ético, los siguientes: J. V. Arregui, Acción y sentido en Wittgenstein, Pamplona 1984, 27-124; A. J. Ayer, Wittgenstein, Barcelona 1985; K. T, Fann, El concepto de filosofía de Wittgenstein, Madrid 1975, 21-58; J. Hartnack, Wittgenstein y la filosofía con­ temporánea, Barcelona 1977, 41-96; J. Hierro Pescador, Principios de Filosofía del Lenguaje, tomo 2, Madrid 1982, 51-105; A. Kenny, Wittgenstein, Madrid 1974, 29-96; P. López, Introducción a Wittgenstein. Sujeto, mente y conducta, Barcelona 1986, 17-96; H. O. Mounce, Introducción al Tractatus de Wittgens­ tein, Madrid 1983; D. Pears, Wittgenstein, Barcelona 1973, 61-131; I. Reguera, La miseria de la razón. El primer Wittgenstein, Madrid 1980; J. Sádaba, Cono­ cer a Wittgenstein y su obra, Barcelona 1980, 17-94; Id., Lenguaje, Magia y Me­ tafísica, Madrid 1984; W. Schulz, Wittgenstein: La negación de la filosofía, Madrid 1970, 10-53; Sobre el Tractatus Logico-Philosophicus, en Teorema, nú­ mero monográfico, Universidad de Valencia 1972.

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