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376 CNTJQUE BONETE PERALES problema moral dado. Necesariamente estamos siempre «dentro» de algún sistema ético o código moral (o en terminología del 2.° Wittgens- tein, dentro de una determinada «forma de vida») que nos da la clave para juzgar la corrección o incorrección de cualquier decisión humana. Por eso, según Wittgenstein, cuando decidimos que tal código moral es «mejor» que otro, este juicio de valor sólo puede hacerse aceptando ya uno de los códigos morales. En conclusión, lo que quiere indicarnos en éste y otros ejemplos que menciona Rhees es que ni hay posibilidad de juzgar desde fuera de un código un conflicto moral, ni hay posibi lidad de juzgar qué código es mejor que otro 25. Sin duda, ésta y otras ideas similares que están implícitas en las conversaciones que Rhees nos cuenta merecerían comentario más ex tenso, pero lo dicho es suficiente para hacer ver que el 2.° Wittgens te in 26 sostiene también, aunque por motivos distintos, un cierto irra- 25. Puede resumirse esta posición con las palabras de Wittgenstein que Rhees nos transcribe: «If you say there are various systems of ethics you are not saying they are all equally right. That means nothing. Just as it would have no meaning to say that each was right from his own standpoint. That could only mean that each judges as he does» (o. c., 24). 26. La segunda etapa de su pensamiento constituye, como bien sabido es, una crítica radical a los postulados lógico-lingüísticos del Tractatus: el len guaje como mera descripción de la realidad y la metafísica del atomismo ló gico se abandonan para dejar paso a una concepción más pluralista y prag mática del lenguaje (con el «uso» como nuevo criterio del significado de los términos). Son muchos los críticos que han considerado las Philosophische Untersuchungen como el intento de superar los graves errores del Tractatus. Sin embargo, aunque como contraste a esta obra debe leerse aquella, no es correcto pensar que entre ambas se da una ruptura total. A mi juicio, la fi losofía del llamado 2.° Wittgenstein no rompe con la concepción de la ética que se defendía en el Tractatus y en otros escritos que hemos visto. Es ver dad que el lenguaje significativo queda ampliado por el criterio del «uso», y que en principio podría pensarse que en el 2.° Wittgenstein el lenguaje moral adquiere un sentido propio, tan legítimo como otro tipo de lenguaje (aspecto éste inimaginable desde el Tractatus), sin embargo, a mí me da la impresión que el tema de «lo místico» —con todo su significado ético y religioso— sigue teniendo vigencia para Wittgenstein, no sólo pocos años después del Tractatus (conversaciones con el Círculo de Viena y A Lecture on Ethics) sino hasta los últimos días de su vida (Vermischte Bemerkungen y conversaciones sobre te mas estético-ético-religiosos). En sus últimos escritos podemos encontrar tex tos en los que implícitamente se reconoce el carácter inexpresable de las cuestiones éticas y la incapacidad de la argumentación racional —y por tanto, de la filosofía moral— para dirimir conflictos morales. Una prueba de que Wittgenstein no rechaza el enfoque ético del Tractatus puede verse en el he cho de que jamás lo critica lo más mínimo, mientras que otros aspectos de su primer tratado son claramente revisados y abandonados con toda rotun didad. Por el contrario, es significativo su «silencio» sobre este tema en los escritos posteriores a su A Lecture on Ethics; nos reafirma en que Wittgens-
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