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360 ENRIQUE BONETE PERALES los éticos. Y si la ciencia nada nos dice de ellos, es porque el mundo en sí mismo nada tiene que ver con lo bueno y lo malo, el conocimiento de la realidad nunca nos podrá dar criterios éticos, sólo el sujeto es el que los establece. Exactamente igual Wittgenstein no puede admitir que las proposiciones éticas y científicas tengan «el mismo valor», ni que lo ético sea meramente «casual», y por tanto variable según los hechos. Por eso para Wittgenstein es la voluntad, y no el mundo, el portador de lo bueno y de lo malo. Si lo bueno fuera una propiedad del mundo, se podría hablar de la ética como la ciencia habla del mundo; pero Wittgenstein considera que la propiedad de bondad o maldad pertenece al sujeto volitivo, al yo; de tal forma es así, que sin voluntad no habría ética 9. El pensa­ miento, la razón, son para Wittgenstein, secundarios. Todo lo que in­ terviene en la «representación» del mundo es impotente a la hora de emitir juicios morales. Afirmar que «el mundo de la representación no es bueno ni malo, sino el sujeto volitivo» (2.8.16) o que «en lo esen­ cial, bueno y malo es sólo el yo, no el mundo» (5.8.16) no indica úni­ camente que sólo se pueden emitir juicios éticos sobre las voluntades humanas, sino que, principalmente, son los sujetos volitivos, y en tanto que volitivos (no en tanto que racionales o cognoscitivos pues «el su­ jeto pensante, representante, no existe», 5.631) los únicos capacitados para emitir juicios éticos. Dicho en otros términos: Wittgenstein con­ sidera a la voluntad el portador de lo ético, a mi modo de ver, por dos razones: primera, porque lo único predicable como bueno o malo es la voluntad (y esto podría ser ciertamente kantiano) y no los hechos del mundo, y segunda, porque es la dimensión volitiva del hombre — no la racional o representativa— la única que puede atribuir bondad o mal­ dad al mundo y a los otros sujetos. 9. El tema de la voluntad, tal como Wittgenstein lo plantea en muchas de las proposiciones de Notebooks, recuerda al pensamiento de Schopenhauer. Así lo han hecho ver, entre otros: J. Churcill, Wittgenstein's adaptation of Schopenhauer , en Soutem Journal Philosophy 21 (1983) 489-501; S. M. Engel, Schopenhauer’s Impact on Wittgenstein, en Journal of History, VII (1969) 285- 303; P. Gardiner, Schopenhauer y Wittgenstein, en Schopenhauer, México 1975, 413-423; A. Ph. Griffihs, Wittgenstein, Schopenhauer, on Ethics, en Understan­ ding Wittgenstein, edited by Godfres Verey Ithaca, Cornell University Press 1974; A. Janik, Schopenhauer and the early Wittgenstein, en Philosophical Stu­ dies 15 (1966) 76-95; M. Micheletti, L o schopenhauerismo di Ludwig Wittgens­ tein, Padova 1973 (para la relación con Schopenhauer en el tema ético pueden consultarse las páginas 88-103 y 148-179).

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