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358 ENRIQUE BONETE PERALES Lo que a mi juicio Wittgenstein nos ha querido sugerir con todas estas proposiciones sobre el vivir feliz es que los felices serían justa­ mente aquellos que han encontrado el sentido de la vida creyendo en Dios; evidentemente, no es muy distinto afirmar que la felicidad consiste en obedecer «la voluntad de Dios» y someterse al destino, que consi­ derar a Dios el sentido de la vida, pues obedecer esa voluntad ajena a la mía, podría decir Wittgenstein, sería la mejor manera que tenemos para encontrar el sentido de «todo lo que acaece». O dicho en otros términos: creer en Dios no sólo significaría «ver» (sehen) que la vida tiene un sentido, tal como Wittgenstein escribió en 8.7.16, sino que creer en Dios también significaría «vivir en concordancia» con los he­ chos del mundo. Por tanto, en este contexto, la afirmación tractariana de que «el mundo de los felices es distinto del mundo de los infelices», en realidad está expresando que el mundo de los felices es un mundo con sentido (porque se descubre que el acontecer de la vida expresa la vo­ luntad de Dios) y el mundo de los infelices es un mundo absurdo (por­ que no se «ve» que la vida tenga un sentido). Y ésta es una de las in­ terpretaciones que, a mi modo de ver, apoyándose en las anteriores ideas éticas de Notebooks, se puede ofrecer de la proposición 6.43 del Tractatus. 4. El s u j e t o v o l i t i v o En distintas ocasiones hemos mencionado el papel de la voluntad a la hora de explicar lo que Wittgenstein entiende por vida feliz. Son muchas las proposiciones que en Notebooks se dedican al tema de la voluntad y del sujeto volitivo. Por mi parte voy a centrarme sólo en aquellas que nos ayudarán a comprender mejor lo dicho en los ante­ riores apartados y que al mismo tiempo nos podrán iluminar por qué Wittgenstein afirma en el Tractatus: «De la voluntad como sujeto de la ética no se puede hablar» (6.423). Wittgenstein en Notebooks comienza una serie de reflexiones so­ bre la voluntad con esta proposición: «Quiero llamar 'voluntad’ ante todo al portador (den Träger) de lo bueno y de lo malo» (21.7.16). Es decir, lo bueno y lo malo no existen objetivados en el mundo, sino que son criterios morales establecidos siempre por un sujeto volitivo. Si en el segundo apartado se intentó esclarecer el significado de la pro­ posición «bueno y malo dependen de algún modo del sentido de la vi­ da», y en el apartado tercero la relacionamos con la idea implícita en

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