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LOS DESENSUEÑOS DE SAN FRANCISCO 295 rial, sino la sustitución del señor — o del obispo, equiparado a él— por el rico, el mercader o el fabricante. No es menos explícito sobre el particular el gran especialista en el estudio de las ciudades medievales Henri Pirenne: «La ciudad medie val, tal y como aparece a partir del siglo X II, es una comuna que, al abrigo de un recinto fortificado, vive del comercio y de la industria y disfruta de un derecho, de una administración y de una jurisprudencia excepcionales que la convierten en una personalidad colectiva privile giada... El espíritu cívico que la anima es singularmente egoísta. Se reserva celosamente las libertades que goza en el interior de sus muros. Los campesinos que la rodean no son considerados como compatriotas, únicamente sueña en explotarlos para su provecho. Vigila con todos los medios a su alcance para impedirles que se entreguen a la práctica de la industria cuyo monopolio se reserva; les impone el deber de abas tecerla y los habría sometido a un protectorado tiránico si hubiese sido capaz. Por lo demás, lo hizo en todas las partes en que le fue posi ble» 10. La sustitución aludida en el párrafo anterior era negociable y las más de las veces se llegaba a ella por esta vía. Pero si ésta fracasaba, no se dudaba en acudir a la violencia y aún a las armas. «El movimien to comunal estuvo marcado, sin duda, en muchas ciudades, por graves motines populares» 11. Tales movimientos se extendieron por toda Eu ropa, pero fue en la península italiana donde más pulularon. En todas partes los principales promotores y fautores de ellos fueron siempre los comerciantes y mercaderes. Las ciudades liberadas mediante esos movi mientos se erigían en «comunes» o «comunas» autónomas. La forma de autonomía variaba no oco de unas ciudades a otras. Las ciudades italianas fueron también las más reacias a vivir sometidas a la autoridad del emperador. Para acumular fuerzas y aunar esfuerzos para luchar contra esa autoridad formaron «ligas», que, en ocasiones, como la cé lebre Lombarda, lograron éxitos clamorosos. Dentro de la nueva clase burguesa, uno de los gremios comerciales más ricos y desarrollados era el de los mercaderes de géneros textiles. A él pertenecía — y como miembro destacado— el padre de Francisco, Pedro Bernardone. El tal Bernardone, no sólo era un acaudalado comer ciante, sino también un rico terrateniente. Poseía casa y tienda propias, pastos en el monte Subasio, olivares en Val Canal, un campo de la- 10. H . P irenne , o . c.f 137-138. 11. Jacques H eers , H istoria de la E dad Media, Barcelona 1984, 144.
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