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3 1 2 ABILIO ENRIQUEZ CHILLON pequeños burgueses; y el de a caballo, compuesto de nobles y caballe­ ros más los ciudadanos ricos capaces de costearse un caballo y el equi­ po conveniente. Hilarino Felder escribe que «debían presentarse todos los hombres de dieciocho a sesenta años capaces de llevar armas» 35. Me atrevo a poner dos pequeños reparos a esta afirmación. El primero se refiere al «debían». El llamamiento era general, pero el alistamento no era obligatorio. El segundo es relativo a los «sesenta años». A esa edad en aquel tiempo, salvo raras excepciones, los hombres eran verda­ deros ancianos. De no ser válidos estos reparos, Pedro Bernardone hubiera tenido que alistarse, y es bien seguro que no lo hizo. Lo que sí hizo, en cam­ bio, fue comprar un buen caballo y un flamante equipo de caballero para su hijo. Porque éste sí que se alistó, y entre los caballeros, por supuesto. No es de creer que lo hiciera por simple adhesión a la camu­ ña y menos aún por simpatía hacia ella. Más bien parece seguro que lo hizo por patriotismo y por su espíritu idealista y caballeresco. Si por verla libre de yugo extranjero había tomado parte tan activa en la re­ vuelta comunal de su patria, con mucho mayor ardor y entusiasmo la volvía a tomar ahora que se trataba de su gloria y de vengarla de un enemigo secular y encarnizado. Mal endémico y pernicioso en esta época era el de las luchas fratri­ cidas en toda la península itálica y en una gran parte de Europa. En Italia luchaba el Imperio contra el Papado, luchaban unas regiones con­ tra otras, los colonos contra los señores feudales, una ciudad contra otra ciudad y dentro de una misma ciudad, los burgueses luchaban con­ tra los nobles, los «minores» contra los «maiores», un bando contra otro bando y una familia contra otra familia. La rivalidad entre Asís y Perusa era vieja y encarnizada, pero la guerra en que iba a tomar parte como soldado caballero el bizarro hijo de Pedro Bernardone iba a durar la friolera de diez años 38. La hora cero para romper las hostilidades sonó un día de noviem­ bre, gris y preinvernal, del 1202 37. Al volteo solemne de la campana grande de la torre sin terminar de San Rufino, todo el ejército expedi­ cionario y toda Asís se reunieron en la plaza mayor y sus aledaños, en 35. Hilario F elder , El Caballero de Cristo Francisco de Asís, Barcelona 1957, 35. 36. Para algunos autores la guerra entre Asís y Perusa duró diez años, para otros solamente siete. 37. Ha habido dudas y pareceres diversos sobre el año de la batalla de Collestrada, pero después de Fortini puede darse por segura la fecha del 1202.

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