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LOS DESENSUEÑOS DE SAN FRANCISCO 311 propios y extraños por sus proezas inigualadas. El idealismo y los en­ sueños caballerescos de Francisco eran desbordantes e incoercibles. La ocasión para foguear su ánimo y su espada se la iba a ofrecer muy pronto la guerra entre Asís y Perusa. Guerra que para su patria iba a durar siete largos años 33, pero para él todo iba a empezar y aca­ bar en una sola batalla. Durante la «guerra de los castillos», muchos de éstos, verdaderas joyas arquitectónicas, como muchos palacios de nobles o caballeros feudales, auténticas obras de arte, habían sido des­ truidos o presa de las llamas. Cuando en el pueblo prende el fuego de la destrucción, éste no se detiene ni ante obras de arte ni ante joyas arquitectónicas. Como consecuencia de estos estragos, algunos nobles, de grado o por impotencia para defenderse, se sometieron a las comunas. Otros muchos, sin embargo, buscaron asilo y ayuda en ciudades vecinas no dominadas por ellas. La más notable y poderosa de entre las vecinas de Asís era Perusa. Esta, como escribe Camilo E. Luquin, «fue una de las ciudades de Italia que mejor supo aprovechar la afluencia de no­ bles y feudatarios perseguidos en los territorios vecinos, anexándose sin mayores escrúpulos algunos de ellos, como intentó hacerlo también, sin éxito, con Asís. No necesitaba demasiadas justificaciones morales para hacerlo, pero esperaba que esta ciudad tomara la iniciativa de un enfrentamiento armado» 34. En efecto, soberbia e imprudente, Asís cayó en la trampa. Sin em­ bargo, no lo hizo a lo loco. Dos años empleó en preparativos antes de tomar la iniciativa en el ataque. En esta ocasión salió fallido el dicho de que «el que da primero da dos veces». Asís dio la primera, pero no pudo dar la segunda. Entre los preparativos recurridos por la comuna asisiense no fue el menos importante el de buscarse aliados yrefuerzos en su contorno. Y los halló. Bastia, Bevagna, Espelo, Noceray Roscia- no se solidarizaron con el condado asisiense. Según lo convenido, a co­ mienzos del otoño de 1202 empezaron a enviar soldados y vituallas a la capitana de la liga. Asís empezó a vivir días de euforia cargados de esperanzas. Confalones y estandartes variopintos ondeaban alegres por calles y plazas seguidos de jóvenes bulliciosos que sembraban los aires de canciones. Se habían formado dos cuerpos de ejército, el de a pie formado por la masa popular, de la ciudad y del campo, engrosado por artesanos y 33. A. F o r tin i, o .c . y otros, t. I, 138. 34. Camilo E. L uquin , El joven Francisco, Santiago de Chile 1982, 36.

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