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LOS DESENSUEÑOS DE SAN FRANCISCO 307 más exacto decir que desde aquel día el llegar a ser caballero se con­ virtió para él en su ensueño permanente. Soñaba dormido y ensoñaba despierto. Todos sus biógrafos antiguos y modernos destacan este en­ sueño como una constante determinadora y caracterizadora de su vida, antes y después de su conversión. Sólo que después de ésta cambió de signo. En vez de caballero a lo mundano, soñaría en ser caballero de Cristo a lo divino. San Buenaventura, la Leyenda de los Tres Compañeros y el Anóni­ mo de Perusa 24 narran un hecho que nos pone en la pista de sus pri­ meros sueños o inquietudes caballerescos. Un día — uno de tantos por entonces— se hallaba al mostrador. Pero aquél, según indican los cita­ dos biógrafos, la afluencia debía de ser extraordinaria. El hecho es que, aturdido quizás un tanto por aquel barullo, o acaso que su talante no era el mismo que de ordinario, «despachó con las manos vacías — es­ cribe el Doctor Seráfico— contra lo que era su costumbre, a un pobre que se había acercado a pedirle limosna por amor de Dios». Apenas el pobre había traspuesto el umbral de la tienda, «movido por la gracia divina — prosigue el Anónimo perusino— empezó a re­ procharse su actitud como grave falta de cortesía (virtud fundamental del caballero) haciéndose esta reflexión: "Si este pordiosero te hubiera pedido en nombre de algún conde o barón de fama, le hubieras dado cuanto te pedía. ¡Con mayor razón debiste hacerlo cuando te pedía en nombre del Rey de reyes y Señor de todoj! ” ». No bien esta reflexión había cruzado por su mente, cuando «al instante — añade San Buena­ ventura— corrió tras el pobre y lo socorrió con esplendidez». Y los Tres Compañeros apostillan: «Como consecuencia, propuso en su co­ razón no negar nada en adelante a quien le pidiera algo por amor de tan gran Señor». Y lo cumplió. La consecuencia es lógica: indudablemente a Francisco le trabajaba ya entonces interiormente el ideal caballeresco. No sabemos con exac­ titud a que años de su edad le pudo ocurrir este episodio, pero tuvo que ser después de los 14 cumplidos y antes de los 17. Después de los 14, porque a esa edad cumplida era cuando los padres, según la costumbre medieval, solían asociar a los hijos a su negocio 25. Y antes de los 17 porque los tres biógrafos aludidos lo colocan antes del asalto y destrucción de la Roca Alta, época en que Francisco acababa de cum­ plir esa edad. 24. LM I, 1; TC I, 3; AP I, 4. 25. A. F ortini, o . c.y 136.

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