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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS 275 rios en el clero secular y entre los laicos, con neta mayoría antitomista. Y ésta, que no era necesariamente de orientación suareciana, surge en todas partes con apertura a la ciencia y filosofías profesadas allende el Pirineo: o, al menos, con apetencias eclécticas, y en sintonía con la mentalidad europea de la época. El plan de estudios de 1775 En abril de 1774 ordenaba el Consejo a la universidad redactar el plan de estudios que ésta juzgara convenirle mejor. Como en otras oca­ siones semejantes, puntualizaba la orden que debían indicarse las cá­ tedras actuales y las que se creía necesario fundar, expresando los sa­ larios pertinentes. Insistiendo aún más en el aspecto financiero de la reforma, pedía el Consejo informe exacto de las rentas de la universi­ dad y de su empleo, retribución a los sirvientes, y presupuestos para las obras o restauración de su edificio, «y otras urgencias y gastos pre­ cisos». No es aventurado entrever la mano del fiscal para asuntos de la Corona de Aragón en el énfasis puesto sobre la infraestructura eco­ nómica de tal reforma. Pues mientras Campomanes parecía condicio­ nar el éxito de la misma a la puntual observancia de lo prescrito sobre la consulta de las cátedras y su provisión por riguroso mérito en tér­ minos de justicia — régimen de oposiciones— , su colega aragonés, D. José García Rodríguez, estaba seguro de que la solución del pro­ blema económico urgía tanto o más, «por ser poco conveniente tratar del arreglo de la universidad y plan de estudios, si no hay fondos y fija dotación para los catedráticos, dependientes y demás gastos» 4. 4. AHN, Consejos, leg. 50896. Documento de 23.111.78. Ya el 26.1 de 1774, pocos meses antes de urgir el Consejo a la universidad de Zaragoza la com­ posición de su plan de estudios, se había solicitado de S.M. la concesión del «1 % de los productos de todos los propios del reino de Aragón para dota­ ción de catedráticos, salarios, sirvientes, reparos de edificios y funciones de escuela» ( ibid ., suelto). Era esa imperiosidad de lo económico, detallada mi­ nuciosamente en la orden de reforma dada por el Consejo, eco, sin duda, del apremio local. Decía la orden sobre el nuevo plan: «Que en él se señalen las cátedras que haya actualmente y los salarios que ahora gozan los obtentores, los que convendría aumentar y las dotaciones que a cada una se podría se­ ñalar; y que, teniendo presentes los planes que acompañan, remita razón pun­ tual de las rentas que goza, su inversión, salarios de los sirvientes y los que se les debería consignar y lo demás que se necesitare para obras y reparos de su fábrica y otras urgencias y gastos precisos, proponiendo todo cuanto la universidad tenga con conveniente» (AUZ, ms. 148, f. 300). Las ideas de Campomanes sobre la primacía del arreglo del sistema oposicional pueden verse en el mismo legajo, en carta al fiscal aragonés, que hemos transcrito en

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