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2 8 8 GERMAN ZAMORA ratado» y que superaba a todos en valores intelectuales, no le daría el visto bueno para catedrático, porque, más que esos valores de la inte­ ligencia, importaban otros de la voluntad: «Su literatura y mérito su­ perior de escuela nadie lo duda; pero la prudencia, la buena fama y el juicio sensato son prendas muy recomendables en los que hayan de ser maestros de la juventud» —le escribía al desconfiado Roda el 18 de marzo de 1778— . En el campo de la enseñanza pública, que el minis­ tro definía como «el único objeto de S.M. y el mío», se cotizaban más, por tanto, las prendas morales que las puramente intelectuales. Unas oposiciones a cátedras en 1779 Como dato esclarecedor de la situación de aquella pequeña univer­ sidad, en su facultad de artes, en el momento en que el curso de Villal- pando iba a ser declarado texto oficial en España, concluimos indican­ do la lista de opositores a cátedras de filosofía en 1779. La tabla de­ muestra que en ella estaba la enseñanza clericalizada por entero, pero superando ya el número de aspirantes 'seculares’ al de los regulares: P. Mariano Lozano y Conde mercedario P. Agustín Peralta agustino Dr. Bernardo Oliván colegial del Dr. D. Francisco Carrera presbítero Dr. D. Miguel Rubio presbítero Dr. D. Miguel Guallart diácono Dr. D. Saturnino Castillón diácono Mtro. D. Juan Ignacio Pardina. El mercedario había obtenido, como se dijo, 16 de los 24 votos emitidos en la consulta; el colegial, 6; el agustino, 1; y otro el Dr. Cas- tillón. Roda había hecho suspenderla, hasta cerciorarse mejor sobre la conducta de Lozano, que su rival Oliván acababa de describir con ne­ gros colores; Lozano había prevenido al fiscal por la Corona de Ara­ gón, D. José García Rodríguez, contra el enchufismo de los colegiales, y el Consejo tomó por denigratorio el papel de Oliván, ordenando romperlo antes de terminar su lectura 20. Germán Z amora 20. Ibid.

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