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2 8 2 GERMAN ZAMORA El plan zaragozano encalla en el Consejo de Castilla Este plan de estudios, tan lógicamente hilvanado en sus dos facul­ tades clave de filosofía y teología por el grupo predominante, fue así remitido al Consejo. Pero ignoramos la suerte que siguió en él. En 1780 lamentaba el fiscal y promotor de los planes castellanos que nin­ guno de los de las universidades aragonesas había sido revisado por aquel supremo tribunal, por lo cual todo permanecía aún «en oscuri­ dad y perturbación». ¿Fue acaso torpedeado en Madrid para que no se pusiera en ejecución? ¿Se vio paralizada la marcha reformista de esta universidad por las mismas manos que en la corte entorpecían la puesta en práctica del plan sevillano de Olavide y llenaban de amargura a sus patrocinadores? ¿Acudieron a boicotearlo quienes veían perdidas las ventajas que el plan salmantino y el vallisoletano proporcionaban a su escuela? Preguntas sin respuesta. Es sintomático, sin embargo, el ver cómo en las universidades más progresistas se levantaba casi siem­ pre el mismo muro, y cómo, donde no se podía vencer por mayoría de votos, se recurría quizás a procedimientos forzados. A iluminar esas interrogantes podría contribuir una carta de fray Joaquín Ejerique, fechada en Zaragoza a 10 de febrero de 1776, y di­ rigida a D. Manuel de Lay, al parecer médico de la princesa, en Ma­ drid. Escrita al filo de los acontecimientos, trasuda aún la irritación que el nuevo plan produjo a su autor: «Muy Sr. mío D. Manuel: ...Esta universidad me aseguran ha remitido al Real Consejo un método de estudios relativo a la teología escolástica, que debe despertar el celo de todo buen tomista: Ni aun se nombra en él (me dicen) a santo Tomás, injuria que no se puede sufrir. Propone dicho método al Maestro de las Sentencias asociado al Estio. Y yo digo: que ése no es método, sino confusión... [subrayado en el original]. ¿Quiénes son, pues, ahora es­ tos teólogos metodistas, que tratan de teología escolástica y no nom­ bran a santo Tomás? Yo me salgo, Sr. D. Manuel, de mis casillas...» n. Y sugería se facultara a todos los catedráticos de teología para repre­ sentar ante el Consejo contra dicho método de su universidad. Terminaba, pues, en agua de borrajas el plan que, a demanda del Consejo, le ofreciera aquella universidad. Al remitírselo ésta, decía: «El claustro de la universidad literaria de Zaragoza, con su debido res­ peto, en cumplimiento de la orden de vuestra alteza de 15 de abril del 11. AGSGJ, leg. 953.

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