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2 8 0 GERMAN ZAMORA Apéndice: Reorientación del estudio de la teología. Aunque de interés secundario para nosotros, la serie de autores, propuestos por la reforma para el estudio de la teología, es expresión elocuente del cambio planeado y de sus derroteros. Al trazar el plan teológico parten de un hecho histórico inmediato (la abolición oficial de escuelas) y de varios presupuestos ideológicos dominantes en un gran sector de la mentalidad católica de su tiempo. En virtud de todo ello, «se propondrá — dicen— un método de ense­ ñanza general capaz de instruir en todas las partes de la teología, se­ gún sus verdaderas fuentes y común sentir de los Santos Padres de la Iglesia». De ambas premisas se arribaba fácilmente a la proscripción de ciertos autores clásicos, la elección de otros, y la preferencia por algunos modernos de tendencia muy característica. Al mismo tiempo, es ello confirmación de la escasa representatividad del tomismo en aquellos momentos en la universidad del Ebro y de la alianza entre antitomistas y agustinos. Para obra de texto en la cátedra de lugares teológicos, «cimientos» de la facultad, se barajaron los nombres de Melchor Cano, Pedro Anato (Annat), cardenal Vicente Gotti, Juan Lorenzo Berti y Juan de Ops- traet, percibiendo en todos lunares y excelencias. La obra de Cano, óptima como modelo «para coger estilo puro», era demasiado larga para un solo año; la de Anato, más reducida y proporcionada, no era sin embargo comparable a la de Cano en otros aspectos; las de Gotti y Berti se les antojaban exiguas en extremo; en fin, la de Juan de Opstraet se oponía abiertamente a las reglas de cen­ sura observadas en el Expurgatorio. ¿Qué hacer? Reservar para el ca­ tedrático el uso, con las debidas cautelas, de la de Optraet, y aconse­ jarle, además, la de Cano; y dejar para los alumnos la deAnato, como más congruente al tiempo y fuerzas de que disponen. «Cimentados en los lugares teológicos», la obra básica para el estu­ dio de la teología serían los libros de las Sentencias} de Pedro Lombar­ do. Para su mejor inteligencia podrían valerse los catedráticos de los comentarios de Juan Bautista Duhamel, y otros doctores; y los discí­ pulos, además de la lección oral, deberían servirse de la exposición de Guillermo Estio. La elección de Lombardo se justificaba por ser el pre­ ferido de «todas las escuelas e iglesias catedrales para los exámenes de cuitad recayeran siempre en sujetos expertos, se requería para ocuparlas no sólo el título de bachiller en artes, sino haberlas repasado ya tres años.

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