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2 0 0 MARIA DEL CARMEN PAREDES MARTIN más tenemos que establecer la distinción entre dos tipos de libertad perceptiva que aquí nos interesan, dejando fuera de nuestro análisis otros. En primer lugar, está la libertad elemental que todos tenemos de clasificar lo que está ante nosotros según esquemas que no pueden im­ ponérsenos por la propia situación física. Esta es una implicación de nuestros razonamientos contra la posibilidad de descripciones comple­ tas. De este tipo de libertad se ha ocupado ampliamente Hampshire24, quien opina que independientemente de los propósitos para los que se use un lenguaje, éste es siempre un medio de singularizar y de dirigir la atención hacia ciertos elementos de nuestro mundo, en cuanto que a ellos podemos referirnos una y otra vez. Hampshire piensa que la «rea­ lidad» — en este caso «el mundo»— no puede ser pensada a menos que tengamos reglas que correlacionen determinados grupos de signos con determinados elementos recurrentes de nuestro mundo, de tal ma­ nera que cualquier uso familiar de un grupo determinado de signos sea tomado como referencia a algún elemento determinado de ese mundo. Estas reglas son de dos clases: reglas de clasificación, que singularizan elementos del mundo en cuanto que son de la misma clase y que por tanto identifican clases de cosas y reglas de individuación, que separan un specimen de una determinada clase de los demás y que identifican el mismo individuo siempre que aparezca. La tesis de Hampshire es que «no podemos poner un límite teórico al número de modos diferentes en los que podría dividirse la realidad en elementos recurrentes, a los efectos del pensaminto y de la ac­ ción» 25. Esta tesis se sigue de una reflexión sobre los dos tipos de re­ glas mencionadas. Aislar un determinado elemento empleando un prin­ cipio de individuación puede no tener ningún sentido a menos que en última instancia se pueda establecer que la casa individualizada es de una determinada clase. Con otras palabras, los principios de individua­ ción nos conducen en definitiva a principios de clasificación. Es eviden­ te que no hay un solo sistema de clasificación tal que estemos obliga­ dos a adherirnos a él. E l número de clasificaciones lógicamente posibles es infinito. La misma cosa siempre puede tomarse como dos o más cosas diferentes cambiando nuestros principios de clasificación. «Toda identificación de algo como "esto ” permite también que la misma cosa sea clasificada 24. S. H ampshire , Thougkt and Action, London 1960, 12ss. 25. Ibid.

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