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PERCEPCION Y LENGUAJE 197 En un sentido amplio de ver, tenemos libertad de ver acontecimientos, actitudes, etc., como lo que deseemos. La situación que existe para no­ sotros está definida en parte por nuestros fines e ideales20. De ello se sigue, por un lado, que ningún estado de cosas, ya sea político, económico o psicológico, «es susceptible de motivar» por sí mismo una acción cualquiera. Por otro lado, ningún hecho como tal puede imponérsenos. Porque «il n’y a d’état de fait —satisfaisant ou non— que par la puissance néantissante du pour-soi»21. Podemos aplicar ahora estas reflexiones a los puntos de vista que expusimos al comienzo. Cualquier teoría que trate de definir significa­ dos en términos de la situación en que los símbolos correspondientes se pronuncian adolece de un grave defecto. Ninguna descripción de la situación física será adecuada, porque dado el hecho de la constitución, en el sentido en que hemos utilizado este término, cualquier situación física puede ser vista de modos diferentes, puede ser constituida de di­ ferentes formas. Consiguientemente, si consideramos la situación física del habla como causa del discurso cuyo significado explica, tendremos que aplicar la crítica siguiente. Es obvio que ninguna ley establece que debemos ver una princesa, un perro o una palabra en los diseños que tenemos delante, porque los diseños son colecciones o agrupaciones de diminutos puntos numerados y podemos reunir cualesquiera y tantos puntos como queramos: no hay nada en la «situación misma» que en última instancia pueda obli­ garnos a reunir precisamente estos puntos y no otros. La situación física en la que un discurso hablado tiene lugar puede estar constituida, dentro de mi situación personal, la situación-para-mí, de un número infinito de modos. Por lo tanto, ya que soy yo quien constituye la situación-para-mí esta situación difícilmente puede actuar sobre mí como causa. De ello se sigue que cualquier cosa que yo des­ cubra como causa debe haber sido constituida en sí misma libremen­ te por mí. Sin embargo, puede aducirse que la situación del hablante no de­ bería ser construida como una «causa» —corrigiendo así argumentos como el de Bloomfield— sino más bien como el «contexto» en el que realiza el acto de habla en cuestión. Utilizar una palabra correctamente es usarla en contextos apropiados y la relación de la «condición es apro- 20 . IbicL, 634 . 21 . Ibid.y 510 - 511 .

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