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PROBLEMAS ONTOLOGICOS DEL LENGUAJE 175 restringida al pensamiento y no abarca a la realidad, dado el escepticis­ mo del que Mauthner hace gala respecto al conocimiento del mundo por parte del hombre. Con todo, existe un lenguaje que recibe trato especial en razón de su eficacia. Es el científico. Mientras que el poeta goza del poder de expresar sentimientos y valores — cosa, por otra par­ te, de poca utilidad— , el científico describe y afirma hechos que sirven para el dominio de las fuerzas de la naturaleza en beneficio del hombre. Precisamente, para Wittgenstein, es este lenguaje el únicamente válido. En Mauthner encontramos, pues, las dos ideas fundamentales que subyacen en el Tractatus referidas al lenguaje. Por un lado, el lenguaje es reflejo, espejo. Aunque tal característica quede coartada al ámbito de la cultura. Y el significado de las palabras son como un «dibujo». «Bild», dirá más tarde Wittgenstein con su teoría «pictórica» del sig­ nificado. Respecto a las Investigaciones filosóficas en las que, según se ha señalado anteriormente, Wittgenstein adopta la concepción naturalista del lenguaje, Mauthner influye en ellas de manera mucho más clara. Por unidad metodológica, indicamos aquí las influencias más impor­ tantes. El alfa y la omega de la concepción lingüística naturalista wittgens- teiniana son las nociones de juego y de reglas de juego. Estas nociones las encontramos repetidamente en la obra mauthneriana. «El lenguaje — nos dirá— es un medio, algo entre los hombres que llega a ser real­ mente una regla de juego» (p. 78). La actuación de una serie de reglas conduce necesariamente a la actuación de varios individuos, comporta siempre una pluralidad. El solipsismo lingüístico, por ello, es impo­ sible. La concepción de «regla de juego» no conduce a pensar que el len­ guaje tenga contacto alguno con el mundo, sino, más bien, a reconocer que su única función es la de establecer las normas que hagan posible la comunicación. A este respecto, la conversación, el placer de la char­ la entre amigos, le resulta a Mauthner muy similar a un juego de domi­ nó, comparación empleada también por Wittgenstein. En el dominó , todo consiste — de modo análogo a lo que acontece en un coloquio con las palabras— a colocar, mientras se pueda, junto a la ficha del contra­ rio una que lleve el mismo número. Igualmente, tanto para Mauthner como para Wittgenstein, las re­ glas vienen dadas por los diferentes usos que se dan a los variados jue­ gos y estos usos determinan las reglas mismas. Lenguaje es «uso del

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