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PROBLEMAS ONTOLOGICOS DEL LENGUAJE 171 versas universidades españolas. Realmente, Wittgenstein se ha puesto de moda entre las nuevas corrientes de pensamiento español, aunque dada ya la abundancia de ensayos existentes sobre el tema haya decaído un tanto su interés. Es algo constante en los escritos sobre este pensador austríaco con­ siderar la evolución de su pensamiento poniendo dos etapas significati­ vas: una, la del Tractatus\ otra, la de las Investigaciones filosóficas . No se trata, en la consideración de estas dos obras, que haya habido una suerte de ruptura en la filosofía de Wittgenstein. Así parece dejarlo en claro las obras intermedias como la Gramática filosófica o los Cuader­ nos azul y marrón, sólo por citar algunas. Se trata más bien de señalar lo característico y diferencial, especialmente en cuanto a la concepción del lenguaje se refiere, que existe entre el punto de partida y el térmi­ no del pensamiento wittgensteiniano. En efecto, el Tractatus concibe el lenguaje como espejo o reflejo del mundo, mientras que las Investi­ gaciones filosóficas lo hacen como una actividad natural humana, inelu­ dible, que se ejercita en forma de «juegos». Como puede comprenderse, nuestro interés recae por el momento sobre el Tractatus. Examinaremos, de forma sucinta introductoria, sus diversas interpretaciones, para después fijarnos más detalladamente en la visión del lenguaje que subyace en él. a) Interpretaciones del Tractatus El Tractatus Logico-Philosophicus ha sido leído, desleído y, en con­ secuencia, re-interpretado desde ópticas muy diversas. Principalmente, la anglòfona y la vienesa. La primera —quizás la más frecuente— des­ taca la contribución del Tractatus a la filosofía de la lógica, en línea con G. Frege y B. Russell. En este sentido, la figura de L. Wittgenstein viene asociada al Círculo de Viena y a la problemática lógico-neopositi- vista. Es verdad que nuestro pensador nunca perteneció al Círculo de Viena; sin embargo, ejerció un gran influjo en sus doctrinas y tuvo en él grandes amigos, como F. Waismann. Tractatus y Círculo de Viena coinciden en muchos planteamientos. Así, la filosofía anterior constaba —para ellos— de pseudo-proposiciones, al no poderse constituir en ciencia por no ser verificables sus afirmaciones metafísicas. En efecto, las proposiciones de la ciencia o son lógico-matemáticas (analíticas) o son empíricas, necesitadas siempre de verificación experimental. El te­ rreno filosófico en que se mueve el Tractatus es el de la moderna lógica

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