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168 VICENTE MUÑIZ RODRIGUEZ y, por tanto, no puede dicha función gozar de uno de estos valores. El primer tipo lógico contiene sólo individuos, realidades lógicamente sim­ ples que, por ello, no pueden ser proposiciones. El segundo tipo lógico está conformado por proposiciones que no contienen variables aparen­ tes y que son denominadas proposiciones elementales y por proposicio­ nes que tienen sólo individuos como variables aparentes. El tercer tipo lógico está constituido por proposiciones con variables aparentes de las proposiciones del segundo tipo. Y, así, de manera similar sucesivamen­ te en los demás tipos. Por ello, más que de proposiciones sería conve­ niente hablar de «funciones proposicionales», porque la verdad o false­ dad reside en los diversos niveles, mientras que el tentativo de saturar una función proposicional con un argumento de su mismo tipo lógico no daría lugar a una verdadera proposición sino a un enunciado carente de significado. Como se ha de volver sobre estas teorías con mayor detalle, cuan­ do se trate el tema del significado, el presente apunte, en torno a la ambigüedad del lenguaje ordinario y las paradojas que en él aparecen en relación al conocimiento lógico, intenta mostrar las razones por las que Russell consideró el lenguaje ordinario insuficiente e inepto para los fines perseguidos por la filosofía y la ciencia. La consecución de un lenguaje ideal perfecto, liberado de la ambi­ güedad y de las paradojas del lenguaje común u ordinario, debería ha­ cerse, según lo expuesto, descubriendo «la forma lógica» de las propo­ siciones. Y será este descubrimiento quien conduzca a Russell a una visión ontologica de la realidad, haciendo así patente la concepción es­ pecular del lenguaje: en las categorías lógicas de éste se refleja el mundo. El lenguaje ideal perfecto lo describió sucintamente nuestro pensa­ dor británico de este modo: «En el lenguaje ideal —lógicamente per­ fecto— se dará siempre una cierta identidad fundamental de estructura entre el hecho y su símbolo. Es decir, siempre habrá una palabra y na­ da más que una para cada objeto simple, y todo lo que no sea simple será expresado mediante una combinación de palabras, derivada por supuesto de las palabras que se aplican a las cosas simples que lo com­ pongan; una palabra para cada componente simple. Un lenguaje de este tipo será totalmente analítico y mostrará de un solo vistazo la estructura lógica de los hechos afirmados o negados. Los lenguajes reales no pue­ den tener esta capacidad lógica perfecta, si han de servir para los pro­ pósitos de la vida ordinaria» (Thilosophy of Logicai Atomism’, en Lo-

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