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146 JOSE BULLON HERNANDEZ De entrada, hay que afirmar que la Octogésima Adveniens no des­ cribe las características del mismo, y por eso resulta nada fácil estable­ cer una serie de propiedades perfectamente definibles. Tendremos que utilizar el método indirecto para conseguir algún fruto. El bien común «realidad de presente y de futuro en proyecto co­ mún». (Ver números 12 y 21). Se nos da uno de los elementos esen­ ciales del bien común: la construcción del presente y la búsqueda de futuro mejor, común. Es realidad que se ocupa por ir estableciendo una nueva manera de vida; posibilita encuentros, cercenías, relaciones nuevas. El bien común tiene por característica abrir el presente a nue­ vas posibilidades; se pueden mejorar los bienes, las relaciones, la cul­ tura. Así el bien común se desvela como motor de la sociedad en esa búsqueda por una manera de ser mejor. Pero también se presenta co­ mo empeño por un futuro mejor: aparece como la posibilidad siempre abierta; incita siempre a la búsqueda; y es el ánimo siempre animoso ante lo que se avecina. Y una segunda característica aparece en el número 24; caracterís­ tica que aparecía ya en Mater et Magistra, Vacem in Terris y Gaudium et Spes, pero que aquí se sitúa prioritariamente: se trata de la prima­ cía del bien común. Es decir, éste está por encima de cualquier interés particular; no se pone a favor de ninguno, antes bien limita cualquier intento de poder sectario (ya antes se había señalado). No elimina las actividades particulares, sino que las transforma haciéndolas intereses en lo común. El bien común es el todo donde los intereses quedan con­ centrados; y desde el todo han de tener sentido cada una de las partes. Primero es el todo y luego las partes, puesto que el «todo» da sentido de unificación y cohesión entre los miembros debido a que figura la intencionalidad general de la que nadie se escapa; si fueran primero las partes, comenzarían dificultades, ya que en ellas se encuentran in­ tereses a veces enfrentados que conducirían a la disociación si no son medidos por un elemento unificador. Pero el bien común es opción por el bien de la sociedad (ver núme­ ros 25 y 46). No se habla de bienes particulares, ni de grupos o na­ ciones, sino de la ciudad, la nación, la humanidad. Y estos términos se refieren a una colectividad pero como un todo unificador. Aparece lo colectivo y se busca lo mejor para ello. Por supuesto, hay que enten­ der bien la palabra «colectivo». Para nuestro documento «colectivo» no deriva de «colectividad» entendida en el sentido marxista. Esto es re­ chazado ya que el marxismo no es admitido, como se ve en el núme-

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