PS_NyG_1988v035n001p0065_0157

144 JOSE BULLON HERNANDEZ te. Afecta al mundo de la empresa y al conflicto entre patronos y obre­ ros; pero junto a esto aparecen otros elementos: la mejora del nivel de vida, relación entre sector agrícola e industrial; relación entre los distintos sectores de la economía y entre diversas economías 130. Estos elementos hablan de una extensión mayor del bien común. No se re­ fiere sólo al sector económico de la empresa, sino también al agrícola y de servicios. Pero, por otra parte, esta extensión se va centrando en las preocupaciones por la problemática mundial en general. Entran a formar parte de esta preocupación: diferencias económicas entre los países, culturales, políticas y sociales de unos pocos. El bien común pasa, pues, a abarcar no sólo el mundo de lo económico en una parte de nuestro planeta, sino este mismo mundo a nivel universal, enrique­ cido con otros aspectos de la vida. Pero fundamentalmente el bien común se amplía intensivamente. A través de los textos de Mater et Magistra, Pacem in Terris, Gaudium et Spes y Populorum Progressio, el bien común se desvela en toda su amplitud e intensidad; en ellos vamos a encontrar los elementos inte- gradores del mismo así como sus exigencias. Una primera característica que aparece en la Mater et Magistra es la atención que, desde el bien común, hay que prestar a la persona, co­ munidad humana y mundial (n. 71); ampliado por la Pacem in Terris cuando considera elementos integradores del bien común las propieda­ des características de cada nación. El bien común sopesa las necesida­ des particulares y las de la comunidad y las pone en íntima relación; acerca, por lo mismo, el mundo de lo individual y de lo comunitario, y establece el nexo entre lo uno y lo otro. Se puede dar un paso más: el bien común establece el bienestar de las personas (ver el número 79 de MM y 56-57 de PT). Es una rea­ lidad orientada a colmar las necesidades humanas. En uno y otro texto el bien común se presenta como el medio salvador de la persona en la dimensión socio-económica; tiene que aportarla trabajo, bienes econó­ micos y culturales y mejora en general de vida. No hay que olvidar una circunstancia: el bien común parece ser una realidad estática hecha y ofrecida. Es como garantía presentada para ser recogida; una especie de tesoro acumulado que se gasta según las necesidades humanas. 130. La Mater et Magistra puso el dedo en la llaga de una realidad de la época: la desatención del campesinado. Además de señalar este mal, abre horizontes para posibles soluciones. Cfr. números 123-126.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz