PS_NyG_1988v035n001p0065_0157

FUTURO DESDE LA OCTOGESIMA ADVENIENS 137 dad totalmente dada, sino por hacer; y este hacerse se va lanzando en la medida en que las necesidades humanas se atienden. El bien común, pues, aparece como el medio indispensable por el cual han de atenderse las necesidades de la persona. Siempre, pues, está referido a la persona. El segundo matiz, más importante aún que el anterior, se refiere al bien común como principio dirigente de la vida social. En este sentido coinciden los textos de la Mater et Magistra y de la Vacem in Tenis. Bien es verdad que no está del todo claro que Juan XX III presente el bien común como principio ordenador de donde es necesario partir. Más bien él parte de la persona humana situacionada en sus necesida­ des para, desde allí, exigir al bien común su papel concreto. Juan XX III es un personalista en el sentido que considera el bien común como la defensa de derechos y deberes de la persona individual, haciéndole coin­ cidir con el bien común general ( PT 60). Ahora bien, la continuación del número 65 de la Mater et Magistra y el número 53 de la Vacem in Terris nos hacen situarnos en una prespectiva de reflexión desde la con­ sideración del bien común como principio normativo. Las asociaciones y grupos han de tener como punto de referencia, ante todo, no los in­ tereses propios, sino el bien del todo. Y hablar así indica que se está comenzando a percibir el bien común como «principio del principio». Es decir, a la hora de hacerse un planteamiento sobre un modo concre­ to de convivencia, hay que partir de la realidad que aglutine a todos los ciudadanos para la edificación del bienestar general. Se trata, pues, de un principio obligante para todos, con exigencia moral u \ Posiblemente Juan XX III no se planteara directamente el bien co­ mún como principio dirigente; sin embargo, por el contexto podemos atrevernos a afirmar que está ya latente el inicio de la consideración del bien común como principio ordenador de relaciones humanas en la convivencia. La Gaudium et Spes repite la definición de la Mater et Magistra. ¿Ratifica lo dicho o amplía? Lo vemos desde los textos. En primer lugar se empieza hablando de la necesidad de que el bien común se unlversalice. Ya tenemos un dato importante. Se ha re­ cogido una realidad que tiene que definir el bien común: la interde­ pendencia entre los hombres. La relación de unos con otros crea la ne­ cesidad de establecer una realidad que vele y busque el bien de todos. 128. Quizás la Pacem in Terris sea la encíclica que, por su temática, me­ jor pueda exponer y recoger la definición del bien común; se mueve en una plataforma más universal.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz