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1 2 6 JOSE BULLON HERNANDEZ «A las comunidades cristianas toca discernir, con la ayuda del Espíritu Santo, en comunión con los obispos responsables, en diálogo con los demás hermanos cristianos y todos los hombres de buena voluntad, las opciones y los compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones sociales, políticas y económicas que consideren de urgente necesidad en cada caso». «En este esfuerzo por promover tales transformaciones, los cristianos deberán renovar su conafinza en la fuerza y originalidad de las exigen­ cias evangélicas»116. Comencemos por este último texto. ¿Cómo es la realidad que se busca? El estilo de sociedad es una realidad plena de posibilidades hu­ manas. Se parte el diálogo abierto y contrastado en el que los hombres no se comen, sino que se encuentran y buscan lo que es necesario para todos. Del diálogo se pasa a la acción: llevar a cabo una manera de obrar que vaya alcanzando la superación de las debilidades. Se com­ prende, por esto, que la forma de sociedad sea esperanza compartida. Esto encierra verdadera grandeza: hace que se crea en el cambio, las nuevas posibilidades del nuevo horizonte, y pone en marcha los ánimos decaídos. El estilo de sociedad presenta así mismo un horizonte universal. Son los textos anteriores quienes nos ofrecen este aspecto. Hay que construir el propio destino responsabilizándose en la búsqueda del bien no solamente particular sino mundial. La sociedad por la que se aboga se abre a todo aquello que sea lo mejor para el hombre. Precisamente es ahí donde está su grandeza. No hay conformidad con lo poco, sino que hay que aspirar a todos los grandes ideales no determinados y ofre­ cidos ya como se ofrece un menú, sino presentados como conquista de cada uno de los hombres. Unos y otros aparecen en constante actividad dentro de la sociedad e impulsados a la movilidad y creatividad. 116. OA 24, 46, 47 y 4, en o. c., 509, 522, 523 y 497. La carta apostólica quie­ re prescindir de hacer una presentación de un modelo de sociedad basada en unos principios cuya aplicación diera una resultante perfectamente estructu­ rada. En contraste con documentos anteriores, no acudiendo a apriorismos asentados, acepta la sociedad como realidad no construida del todo, sino como posibilidad de posibilidades que tiene que hacerse realidad en la bús­ queda; y se va haciendo a través de varios caminos y modelos contrastados. Con evidencia absoluta no se presenta un modelo que se pueda llamar cris­ tiano e imponerlo a los demás, ni tampoco uno proveniente de la técnica que, perfectamente montado, acapara todos los posibles y se presenta como solu­ ción irrevocable, imposibilitando formas superiores.

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