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114 JOSE BULLON HERNANDEZ minar más profundamente lo que se entiende por ideología y el sentido que les da la Octogésima Adveniens96, pero nuestra intención es otra: comprobar que el sistema liberal-capitalista se encierra en sus propias ideas y acción estrictamente determinada a todos. En este sentido ase­ veramos las ideas expuestas en el capítulo anterior, sobre el modelo capitalista; el sistema capitalista seguirá siendo siempre un sistema ce­ rrado porque se refugia externamente en las mismas ideas en las que fue engendrado, y porque reduce a los mismos individuos activos a «ideas», o individuos irreales e independientes. Citamos palabras tex­ tuales de la carta de Pablo VI: «Los cristianos que se comprometen en esta línea, ¿no tienden, a su vez, a idealizar el liberalismo, que se convierte así en una proclama­ ción a favor de la libertad? Ellos querrían un modelo nuevo, más adap­ tado a las condiciones actuales, olvidando fácilmente que en su raíz misma el liberalismo filosófico es una afirmación errónea de la auto­ nomía del individuo en su actividad»97. Está claro que para nuestro documento a nada conduce aquel sis­ tema que se aferra a ideas y datos permanentes y que no se propone abrir caminos que vayan desvelando nuevas maneras y estilos de convi­ vencias. El gran juicio que se hace del sistema capitalista como modelo societario «cerrado» y que, por ende, ha de ser abandonado, es que ha sido y es incapaz de superar los males que existieron desde el principio. Más aún, si en el camino existía el gran problema de enfrentamiento y división, no menos en el momento actual esto se ha solventado: antes bien los conflictos y tensiones se han incrementado a nivel mundial. «Queda por instaurar una mayor justicia en la distribución de los bienes, tanto en el interior de las comunidades, como en el plano inter­ nacional. En el comercio mundial es necesario superar las relaciones de fuerza para llegar a tratados concertados con la mirada puesta en el bien común. Jamás consiguieron las relaciones de fuerza establecer 96. Para la carta apostólica las ideologías tienen un sentido muy ambigüo y como norma general, aunque no de forma radical las elimina, las considera en un sentido negativo. Esta consideración se debe a que estudia las hoy exis­ tentes y comprueba que son dominantes e ineficaces, llegando hasta enajenar al hombre. Unas y otras quedan reducidas a la aplicación de una teoría sin relación real con lo real, o lo que aún es más grave, una doctrina que cree explicar absolutamente toda la realidad sin considerarla en sí. Cfr. OA 27 y 28, en o. c., 510 y 511. 97. OA 35, en o. <?., 514.

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