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1 1 0 JOSE BULLON HERNANDEZ Capitalismo y socialismo, cada uno desde su perspectiva, no plas man cambios y transformaciones sociales en las que se manifiesten la libertad y participación humanas. De ninguna manera pueden hacer presentes unas realidades que, quizás proclaman con la palabra, pero que ahogan con los hechos. Una vez más, hay que decir que sofocan rabiosamente el carácter crítico que infunde la presencia del Reino. Ni siquiera el pensamiento marxista puede ser aceptado en este punto: es cierto que habla de futuro y de unas necesidades transformadoras radicales en la sociedad para alcanzar la verdadera libertad, pero son cambios y transformaciones dirigidas y marcadas por el poder y el dog matismo. En aquellas formas de sociedad que ya analizamos, ¿se puede decir con sensatez que se presencializa el valor del servicio? Para no repetir, recorramos nuevamente aquellas páginas para darnos cuenta que las proposiciones de una y otra son una farsa: dirijamos nuestros ojos a la sociedad que describe la Octogésima A d ven ien s 87 e incluso a la nues tra de hoy, para darnos cuenta que en lugar del Reino de la justicia y del servicio se ha implantado el reino del poder y opresión. ¿S e po drá, entonces, tener un compromiso con formas de sociedad que se ale jan de las virtualidades del Reino? Si no presentan un estilo de socie dad liberado, ¿no habrá que buscar un nuevo estilo social? II. R e f l e x ió n é t ic a so b r e un m o d e lo s o c ie t a r io d e s d e lo s t e x t o s d e la Octogésima Adveniens 1. De una sociedad cerrada a otra abierta La Octogésima Adveniens no habla en ningún texto ni de la socie dad cerrada ni de sociedad abierta. Que nosotros utilicemos estos tér minos se debe a que creemos que corresponden a la idea que en sí po see la carta de Pablo VI cuando habla de búsqueda abierta: «Diversos modelos han sido ya experimentados; ninguno satisface com pletamente, y la búsqueda queda abierta entre las tendencias ideológi cas y las pragmáticas...». «Urge reconstruir a escala de calle, de barrio o de gran conjunto, el tejido social dentro del cual el hombre puede dar satisfacción a las exigencias justas de su personalidad». 87. OA 8-21, en o. c., 499-508.
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