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10 6 JOSE BULLON HERNANDEZ son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos del Señor» 77. Ambos textos nos presentan un ambiente en el que ellos se van a mover. La Iglesia, para poder anunciar su mensaje, no tiene que es tar más que inserta en la realidad humana y mundana. En ella se revela la verdad de Dios. Evidentemente esto no podrá descubrirse si no se toma en cuenta aquella. Caminar unida a la humanidad para la carta apostólica significa tomar la realidad como lugar donde se da el en cuentro con el mensaje de Dios, como llamada al compromiso, descu briendo allí la fuerza que en sí misma posee. El mundo es el lugar teológico donde se presencializa y actualiza la realidad del Reino. Por esta razón la carta apostólica, como hizo en otro momento la Gaudtum et Spes, no se cansa de darnos una descrip ción amplia y concisa de la realidad mundana no como pura presenta ción sociológica, sino como el cuadro ambiental que aborda el mensa je 78. Se nos presenta el lugar donde debiera darse la salvación de Dios y donde, sin embargo, podemos encontrar la miseria y desorden y, por ello, se le contempla en horizonte de promesa. En este sentido la carta de Pablo no contempla al mundo como el lugar del dolor y la miseria sin posibilidad de un paso hacia adelante. Ni tampoco lo considera como la manifestación plena de la salvación de Dios; más bien nos presenta una concepción de una realidad que no es divina, pero que está llamada a la realización de las promesas divi nas. Así se expresa la Octogésima Adveniens en los números 12 y 16: «Tomar a cargo este futuro colectivo que se anuncia difícil es una ta rea en la cual deben participar los cristianos». «T rabajar con energía para instaurar la fraternidad universal, base in dispensable de una justicia auténtica y condición de una paz dura dera» 79. Como puede verse, el mundo es el marco en el cual se va haciendo posible la realización de las promesas de Dios con la cooperación hu mana. Hacer teología no consistirá, entonces, en reflexionar sobre unos conceptos sin referencia al orden mundano concreto, sino en tomar la realidad como punto de referencia por donde pasa y se concretiza la salvación de Dios. 77. GS 1, en o. c., 389. 78. OA 8-21, en o. c., 499-508. 79. OA 12 y 17, en o. c., 501 y 505.
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