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6 8 JOSE BULLON HERNANDEZ naturales y, como todo lo natural es bueno, las leyes económicas son buenas y, por eso, no se las puede modificar sino dejarlas seguir su propio camino, y producir más y más para salvar a los miserables. Con esta libertad en lo económico se suscita el individualismo. Cada persona puede hacer aquello que quiera en el trabajo, la produc­ ción y el contrato. Es la famosa ley del «laissez faire, laissez passer». Cualquiera puede poseer lo que quiera sin que nadie pueda impedír­ selo ni quitárselo: propiedad privada. Y, por supuesto, las personas sin necesidad de dirigismo ni intervención estatal, determinan los con­ tratos y salarios dando origen a una amoralidad amplia, puesto que se potencia tremendamente el egoísmo, causante de las injusticias de la historia. El hecho clave será que la moralidad desaparece porque se deja curso libre a las leyes económicas en su determinismo; la econo­ mía se separa de la ética. El principio de la libertad política, recogido del Renacimiento, fue un gran paso, ciertamente importante, para los próximos años. Era ne­ cesario salir del infantilismo político rompiendo con la gran dictadura monárquica. Era preciso poner al pueblo en su justo lugar: tener voz y voto, poder decir una palabra y determinar quiénes iban a represen­ tar sus intereses. Esto que en sí es un gran progreso, toma un rumbo falso cuando la libertad se entiende como libertad individual hasta tal punto que la sociedad es suma de individuos o unidades yuxtapuestas. El estado queda reducido a ser mero guardián de la libertad de cada uno, y la autoridad a la suma de intereses personales. Prácticamente el medio por el que se determina la forma de convivencia y el camino hacia el «bien común» queda barrido 5. 5. Estudios sobre los principios y fundamentos del capitalismo han sido publicados en cantidad. Damos algunos importantes: A. Fanfani, Capitalismo , socialità, partecipazione, Milano 1976; J. M. Keynes, Teoría general de la ocu­ pación, el interés y el dinero, México 1951; F. Perroux, Economía y sociedad, Barcelona 1962; J. K. Galbraith, El nuevo estado industrial, Barcelona 1970; M. Dobb, La transición del feudalismo al capitalismo, en Estudios sobre el de­ sarrollo del capitalismo, Madrid 1976, 465-479; Ibid., 51-100; A. Büntig - C. Ber­ tone, Liberalismo-capitalismo-neoliberolismo, en Hechos, doctrinas sociales y liberación, Buenos Aires 1972, 133-143; G. Mattai, Descrizione e interpretazione dei sistemi economici, en Messaggio cristiano ed economia, Bologna 1974, 143- 165; O. C. Cox, El capitalismo como sistema, Madrid 1972; A. Granau, Capita­ lismo y modo de vida, Madrid 1974; H. Gollw itzer, La revolución capitalista, Salamanca 1977.

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