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84 JOSE BULLON HERNANDEZ decisión se llevan a cabo muy lejos de la voz del pueblo quien jamás se siente responsable de los hechos de la sociedad. Muy pocas veces, por no decir ninguna, han aparecido o aparecen en debate todas las posibles y variadas formas y voces. Se cree que los representantes son fieles intérpretes de las mismas aún sin ser escuchados. Domina el egoísmo: «El egoísmo y el afán de dominar al prójimo son tentaciones perma­ nentes del hombre»34. Domina la competencia y el éxito: «...para que no se retrasen las soluciones referentes a las legítimas as­ piraciones de los trabajadores, aspiraciones que se van afirmando a medida que se desarrolla su formación, la conciencia de su dignidad, el vigor de sus organizaciones» 35. Si esto es afirmado en la Octogésima Adveniens es porque en la so­ ciedad en la que nos movemos no se da. Más que de un sistema de­ mocrático aún estamos en un modelo «quasi dictatorial» porque las conciencias e invenciones siguen dominadas. La sociedad capitalista es «amoral». La razón principal de la no eticidad de la sociedad capitalista está en su individualismo. La cosa está clara: la sociedad de libertad, per­ fección y participación es aquella que pone en primer plano la búsque­ da comunitaria del «bien común», en el que se encuentra el bien de cada uno. Una sociedad individualista prescinde de la primacía de lo «común» y, por ello, del esfuerzo comunitario, el respeto mutuo, el bien general, la relación de principio por necesidad común y no por interés. La relación general rechaza el egoísmo, poder y soledad por­ que percibe el mundo en general. La sociedad individualista conduce a los mismos porque percibe al mundo como propio. Y se sale del cam­ po ético porque se aleja de la primacía social comunitaria en donde co­ mienza el «bien común» y desaparece el egoísmo. Donde el individuo deja de ser persona aislada y caprichosa y ve la vida propia «en» y 34. OA 15, en o. c., 504. 35. OA 15, en o. c.t 504.

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