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INFINITO ABSOLUTO E INFINITOS RELATIVOS 421 algo negativo sea creado), afirma que aquí se pregunta por este último, como si fuera algo evidente la increabilidad del mal. En suma, pensa­ mos que Bacon se ha confundido con la terminología. Es correcto decir que propiamente el mal no es causado, pues es algo privativo, y sólo en sentido relativo o accidental es su «causa» o «soporte» un ente, que en sí es bueno (con bondad trascendental); pero de allí no puede deducirse que equivalga sin más a increado y que todo esto sea sinó­ nimo de infinito. Hay una incorrecta concatenación de nociones. En de­ finitiva el texto es una muestra de las dificultades lingüísticas de mu­ chas cuestiones filosófico-teológicas, a las que Bacon no fue inmune, restando como rescatable sólo el argumento central. «Queritur si malum a bono causetur, utrum a bono creato vel increa­ to. Quod non a creato videtur: bonum finitum non est causa infiniti; sed bonum creatum est finitum, malum infinitum, ut dicit Boethius in Arismetica, et hoc signat Aristóteles in Ethicis malum multifarie, quare, etc. Contra: bonum se habet ad malum sicut visus ad cecita- tem; set visus non est causa cecitatis nec per se nec per accidens, qua­ re, etc. Major patet, quia malum est privatio boni. Item, in restaura- tione deperditi, calor naturalis est agens et est bonum creatum, et illud corrumpit elementum, quod est malum per se, quare bonum creatum est causa mali. Quod concedo. Ad objecum respondeo, quod infinitum dupliciter; aut infinitum per extensionem et sic non sumitur hic; aut increatum, et sic ibi sumitur. Ad aliud dico, quod aliud bonum nature est causa mali, quam malun quod ei opponitur privative, sicut visus basilisci potest esse causa cecitatis Sortis» (Super Octavus Liber Meta - physice ; ed. Steele, Fs. X, 315). Por último, tenemos un texto sobre las relaciones modales de los predicados. No nos interesa esta cuestión en sí, y excede nuestro tema; sólo vamos a referirnos a la aplicación de los argumentos relativos al infinito en esta cuestión. Se está discutiendo si en los seres perpetuos (físicos o creados, no Dios) existencia y posibilidad se identifican. Ha­ bría algunos argumentos a favor de la identificación, que por supuesto se refutarán luego con razones de tipo metafisico y precisiones lógicas. La base de los tres argumentos que aquí se esgrimen es identificar la perpetuidad con la infinitud en sentido lato, y hacer un pasaje entre el infinito extensional y el intensivo, de donde resulta, en este segundo caso, una identificación de esse y posse pues este ente sería aquel al que nada le falta y nada puede agregarse. Ese argumento central tiene tres variantes: En la primera, que usa Bacon en sentido inverso se relacio-

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