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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 387 La identificación entre crear y conservar orientan la relación entre Dios y las creaturas por la vía de la conservación como exigencia lógica de la creación fuera del tiempo. «Todo lo que realmente es producido por otro, realmente es conservado en su ser, mientras dura, por quien lo produjo; ahora bien, cualquiera realidad, nos consta con certeza, es producida; luego, mientras dura, es conservada por quien la produjo» 29. En resumidas cuentas, el Dios de Ockham es conservante y eficien­ te; ahora bien, su dimensión de eficiencia creativa es una cuestión ac­ cesible únicamente para la f e 30, mientras que la de primer conservante cae dentro del poder racional humano. El enlace entre ambos términos de la relación lo pone en términos de racionalidad por la vía conserva­ tiva y no por la eficiencia creativa. ¿A qué nos conduce esta radical re­ lación entre creatura y creador? A sacar tal relación del ámbito de las cuatro causas aristotélicas y a la necesidad de entender tal relación fue­ ra del ámbito causal. «Propiamente, a nada se le puede llamar causa $i no se refiere a alguna de las cuatro puestas por Aristóteles; por lo tanto, la ejemplar no es propiamente causa; ahora bien, si aplicamos el nombre de causa a todo aquello que se conoce como presupuesto para producir otra cosa, en tal supuesto puede la idea o ejemplar ser causa» 31. La claridad del razonamiento ockhamista no deja lugar a dudas: ni la conservación es una de las cuatro modalidades de causalidad, ni la eficiencia es algo que la mente humana pueda racionalmente entender, cuando se pretende explicar la creación desde la eternidad. La creación como dato a creer, y la conservación como esquema lógico al margen de las cuatro causas, contribuyen a expulsar las explicaciones causales del ámbito de la relación Dios-creaturas. La relación Filosofía-Teología, razón-fe, quedan marcadas en su significado más profundo por la falta de exigencias causativas en cualquiera de sus cuatro variantes. Las re­ laciones de conservación, ni por parte de la materia, ni de la forma, ni del fin pretendido por Dios, exigen acudir a la causalidad. En las re­ laciones señaladas hay que excluir toda forma de necesidad, al igual que toda exigencia natural. Ni la materia pide formas, ni éstas existen al margen de aquélla. Libertad por parte de Dios, contingencia por la 29. I Sent., Dist. II, Q. X, p. 355, lín. 12-15. 31 «No siempre la causa de la causa lo es del causado... por lo mismo así como no se sigue que Sócrates padre del Platón y Platón padre de Cice­ rón, luego Sócrates padre de Cicerón, tampoco se sigue que A causa de B y B causa de C; luego A es causa de C» (/ Sent., Dist. XLV, Q. I, E). 31. / Sent., Dist. XXXV, Q. V, N.

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