PS_NyG_1987v034n003p0381_0408

408 J. RAMON LOPEZ VAZQUEZ les son éstas? La necesidad de admitir la responsabilidad humana en el pecado como obra de un agente libre que actúa en orden a un fin malo. El haber identificado el fin con lo bueno, no puede excluir a Ockham de la necesidad de explicar un tipo de obra cuya finalidad es el odio. De haber identificado, incluso en estos dos casos, las dos causas, se compromete el concepto de libertad, necesario para mantener la res­ ponsabilidad del agente. Con lo cual podemos concluir nuestra lectura, sosteniendo la eliminación de la causa final en los seres carentes de al­ ma espiritual, con la salvedad, impuesta por motivos extrafilosóficos en éstos, acerca de la distinción real entre agente y fin. Todo ello equi­ vale a proclamar la tesis de la eliminación de la causa final, junto a la de la material y formal. De las famosas cuatro causas Aristotélicas, tres quedan, según Ockham, privadas de tal condición. Sólo la eficien­ te puede realizar y aplicársele, en el sentido antes señalado, la razón de causar 130. Haber eliminado del reino de las sustancias materiales todo com­ ponente de tipo espiritual y anímico es el postulado básico que justi­ fica haber reducido el principio de causalidad únicamente al tipo de causalidad eficiente, como problemática relación entre sustancias mate­ riales. Si a tal postulado añadimos el de la sensibilidad, como única forma de conocer con verdad tal realidad, tenemos un segundo postu­ lado, a cuya luz, la causalidad eficiente acabará por quedar totalmente colocada para iniciar la andadura ilustrada. La herida profunda que Ockham asesta al planteamiento medieval del problema encontrará un remedio costoso y tardío en sus efectos, pero acertado en sus compo- 131 nentes J. Ramón L ó pe z V ázquez 130. I Sent., Dist. V II, Q. I, U. 131. C fr. A. de M uralt , Kant, le Dernier Occamien, en Revue de Métaphy­ sique et Morale 80 (1975) 32-53.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz