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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 407 miento ockhamista. Nos dice, en primer lugar, que la causa final y la eficiente se identifican; que la definición de causa final ha de incluir, necesariamente, la dimensión de eficiencia. La ligazón de la finalidad a la eficiencia es una constante en su pensamiento. Esta identificación afecta y se refiere a la realidad nombrada por ambos términos, en cuan to la causa eficiente y final son una y la misma realidad. De acuerdo con esta tesis, la definición de la causalidad en términos positivos de presencia-ausencia, y de la finalidad en términos de efectivos deseos, se identifican por razón de la realidad mentada. Por lo demás, tal iden tificación comporta expresar en términos metafísicos la idea burguesa y moderna de entender al ser humano como el ser capaz de conseguir las metas que se proponga. La guerra, el hambre y la peste encuentran en Ockham el profeta del futuro mejor; el testigo del presente cuya transformación, con esfuerzo e imaginación, está al alcance del ser hu mano. Ockham une, a la identificación entre causa final y eficiente, el convencimiento de que el ser humano puede escapar y liberarse de las desgracias del siglo. La seria dificultad surge cuando nos coloca ante la posibilidad «quando-cumque» «aliquando» de causas finales no eficientes. «De que algo sea fin no se sigue que sea causa eficiente 128. Claramente se per cibe que tal posibilidad se nos presenta como una aporía que, en mo do alguno, puede compaginarse con la lógica interna de su pensamiento general. A mi manera de ver, la dificultad interna del pensamiento ockhamista hay que solucionarla echando mano de dos claves interpre tativas. La primera es que Ockham entiende tal posibilidad como una excepción. En el pensamiento del franciscano las distinciones sin nece sidad sobran. La segunda consiste en la necesidad de admitir la excep- cionalidad únicamente por razones de exigencias religiosas. Hasta la saciedad, probo Ockham que, ni la razón, ni la experiencia, exigen ad mitir fines no eficientes; luego, si alguno se diera, sólo la fe podría im poner tal distinción. Cuando afirma que pueden darse fines no eficien tes, causas finales y eficientes realmente diferentesm, lo hace como oprimido y obligado por los problemas teológicos que de su filosofía se derivaban y que, en Avignon, una comisinó analizaba con rigor. Lo lógico y coherente con el sistema filosófico de Ockham es la total iden tificación, en el obrar humano, entre causa final y eficiente. La distin ción es una excepción, impuesta por exigencias extra filosóficas. ¿Cuá- 128. Quodl. IV, Q. II. 129. Cfr. Qtiodl IV, Q. I y II.
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