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4 0 6 J. RAMON LOPEZ VAZQUEZ el ser humano, en todos las demás sustancias no quedan espacios libres para la intencionalidad como finalidad. Con ello tenemos sentados las restricciones necesarias para poder responder a la cuestión sobre la identificación entre causa final y eficiente. Es evidente que tal identifi­ cación o diversidad sólo puede plantearse en los agentes dotados de querer libre; en los demás casos toda causalidad ha de entenderse co­ mo eficiente, aunque sea realizada por varios agentes mutuamente coad­ yuvantes al mismo efecto 124. Restringida la finalidad al mundo del humano proceder causal, pode­ mos responder a la pregunta por la identificación entitativa anterior­ mente formulada. La respuesta ockhamista está presa de las anteriores consideraciones. En tal sentido, establece que lo que no se desea ni se quiere, no es efectivo; ahora bien, lo que se desea o quiere es efectivo a pesar de no existir como realidad en el momento en que se quiere o desea, «lo que no existe, ni se desea, ni se quiere, no puede ser causa. Ahora bien, el fin puede ser amado y querido aunque no exista, y por lo mismo, puede ser verdadera causa final aunque no exista» 125. La existencia real del fin pretendido no lo configura ni lo descalifica para que intencionalmente sea verdadera causa final. Mucho se preocupa Ockham por definir, una y otra vez, la esencia de la finalidad por lo afectivo y efectivo, así como anteriormente se preocupó por definir la esencia de la causalidad eficiente por la simultánea correspondencia en­ tre la presencia-ausencia de lo que llamamos causa y lo que efecto. «La definición de la causa final — dice Ockham— es ser amada y deseada eficientemente por el agente en orden a su ejecución. La definición de la causa eficiente es el ser de aquello cuya presencia origina la del efecto. A veces estas definiciones convienen a realidades diversas, a veces se refieren a lo mismo» 126. Cuando el fin y el agente se identifican, enton­ ces son intercambiables, pero no siempre ello ocurre; «hay algún tipo de causalidad distinta de la eficiente, otra no; pues cuando el fin y el eficiente son la misma cosa no se distinguen, cuando son distintos, en­ tonces las causalidades se distinguen... porque algo sea causa eficiente no se sigue que sea final» 127. A la vista de los textos aportados, podemos intentar asistir a las vacilaciones y dudas que presiden el intrínseco configurarse del pensa- 124. Cfr. 11 Sent., Q. V, U. Véase también, Quodl. I, Q. I. 125. Quodl IV, Q. I. 126. Quodl IV, Q. I. 127. Ibid.

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