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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 405 de la eliminación de toda finalidad en los agentes naturales, salvo en el ser humano, por estar dotado de alma espiritual. Quienes carezcan de la posibilidad de querer y desear libremente; esto es, quienes carez­ can de voluntad e inteligencia, carecerán de la posibilidad de obrar te- leológicamente. «En los actos libres, es causa final lo que se pretende por la voluntad; el provecho o similares es la finalidad del saber; lue­ go es verdadera causa final de tal tipo de actividad humana» 119. ¿Ca­ bría extender a todo tipo de agentes, a los animales y a los eficientes inanimados la posibiliodad de un obrar finalístico? Es esta una hipó­ tesis que no puede verificarse experimentalmente, ni deducirse con ri­ gor lógico a partir de los presupuestos anteriormente expuestos, ni desde el ser intencional de la finalidad. Acudir a Dios como fin último, para encontrar algún tipo de finalidad al obrar de los agentes naturales, no se puede probar, ni en el caso del ser humano, ni en el de los seres no inteligentes. «No se puede probar suficientemente que Dios sea la causa final de las inteligencias segundas, seres humanos, cuando actúan, por­ que las inteligencias segundas cuando obran lo hacen de forma natural o libremente» 120. Igualmente, «no puede ser probado que Dios sea la causa final de los agentes naturales que obran sin conocimiento porque tales agentes buscan producir un efecto, al margen del componente di­ vino como fin...; no se puede probar que Dios sea la causa final de los efectos producidos necesariamente» 121. A ello hay que añadir que si to­ mamos a Dios como creador y eficiente de todo, tampoco podemos con­ cluir que sea, por ello, el fin de toda operación causativa. No se sigue de que sea principio que tenga que ser fin 122. Tampoco la finalidad puede salvarse por la vía de la naturaleza co­ mún, esencia uniforme que pretende su plena realización en un tiempo determinado, porque tal naturaleza no existe. ¿Qué nos queda, pues, como único reducto donde la finalidad tenga efectiva y factual presen­ cia? En el obrar voluntario y libre de los seres humanos. Sólo el ser ca­ paz de amar libremente puede obrar movido por uno o varios fines, o un mismo fin mover a varios seres humanos 123. Esta conclusión se ve, por lo demás, plenamente acorde con la tesis anteriormente expuesta de la reducción a materias extensa de toda sustancia material. Salvo en 119. I Sent., Pról., Q. XI, p. 308, lín. 6-8. 120. Quodt. IV, Q. II. 121. Ibid. 122. «El que Dios sea causa eficiente de cualquier cosa, no conlleva, por ello, que sea causa final...» ( Quodl. IV, Q. II). 123. Cfr. Philosophia naturalis, 37.

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