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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 403 fección del efecto o de la operación se traduce en términos de necesi­ dad, aspiración o deseo no satisfecho por parte del agente, lo que hace tal necesidad operativa 108. Para Ockham, un amor no eficaz, que no se traduzca en obras productivas en orden al efecto deseado, no posee dimensión de causalidad final. «La causalidad del fin consiste en amar eficientemente, por lo cual jamás alguien ama causativamente que no consiga el efecto, salvo que sea obstruido en su acción» 109. De todo ello podemos derivar que la causa final no posee la dimen­ sión de tal, si, simultáneamente, no es eficiente. Una causa final no efi­ ciente no es causa, «el fin nunca es causa, a no ser cuando lleva a obrar eficientemente; la razón radica en que para que el fin sea causa tiene que tener algún efecto; ahora bien, todo efecto lo es de algún agente eficiente; luego tanta causalidad final existe cuanta eficiente» 110. En otros términos, para que la causa final produzca efectos, requiere, si­ multáneamente, ser eficiente. Para Ockham el fin ha de conducir inexo- rablemene a realizar o ejecutar aquello que se ama y desea como tal; un fin no eficaz no será f i n111. ¿Equivale esta simultaneidad operativa a una identificación entre causa eficiente y final? La respuesta debe te­ ner en cuenta las posibles variantes de tal pregunta. La primera dimensión a tomar en consideración se refiere a la ne­ cesidad de no hacer de la causa final una entidad real y objetivamente existente fuera de la intencionalidad humana. Para que el fin mueva al agente basta con que esté presente intencionalmente; no se requiere la existencia de tal finalidad como una parte dentro de las sustancias singulares. «La causa final para que mueva al agente no requiere po­ seer entidad alguna en los singulares exteriores; es suficiente que la tenga en la intencionalidad del agente» 112. La suficiencia intencional del fin nos autoriza a mantener para la finalidad una naturaleza pura­ mente subjetiva; por lo tanto, cada vez que afirmamos que el fin mue­ ve al agente, el fin es una afección valorativa del agente que entiende como digno de ejecución lo exigido para tal finalidad; «la causa final mueve metafóricamente: el impulso del fin se debe al amor con que el agente lo ama: ahora bien lo amado no tiene más entidad que la in­ tencional en el alma» 113. El cambio, por tanto, producido por la causa 108. Cfr. Ibid., C, G, J. 109. Quodl. IV, Q. I. 110. Philosophia naturalis, 36. 111. Ibid. 112. II Sent., Q. III, L. 113. Ibid., K.

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